Lista de puntos

Hay 2 puntos en «Amigos de Dios» cuya materia es Contrición → purificación.

Pero no olvidéis que estar con Jesús es, seguramente, toparse con su Cruz. Cuando nos abandonamos en las manos de Dios, es frecuente que Él permita que saboreemos el dolor, la soledad, las contradicciones, las calumnias, las difamaciones, las burlas, por dentro y por fuera: porque quiere conformarnos a su imagen y semejanza, y tolera también que nos llamen locos y que nos tomen por necios.

Es la hora de amar la mortificación pasiva, que viene –oculta o descarada e insolente– cuando no la esperamos. Llegan a herir a las ovejas, con las piedras que debieran tirarse contra los lobos: el seguidor de Cristo experimenta en su carne que, quienes habrían de amarle, se comportan con él de una manera que va de la desconfianza a la hostilidad, de la sospecha al odio. Le miran con recelo, como a mentiroso, porque no creen que pueda haber relación personal con Dios, vida interior; en cambio, con el ateo y con el indiferente, díscolos y desvergonzados de ordinario, se llenan de amabilidad y de comprensión.

Y quizá el Señor permite que su discípulo se vea atacado con el arma, que nunca es honrosa para el que la empuña, de las injurias personales; con el uso de lugares comunes, fruto tendencioso y delictuoso de una propaganda masiva y mentirosa: porque, estar dotados de buen gusto y de mesura, no es cosa de todos.

Quienes sostienen una teología incierta y una moral relajada, sin frenos; quienes practican según su capricho personal una liturgia dudosa, con una disciplina de hippies y un gobierno irresponsable, no es extraño que propaguen contra los que solo hablan de Jesucristo, celotipias, sospechas, falsas denuncias, ofensas, maltratamientos, humillaciones, dicerías y vejaciones de todo género.

Así esculpe Jesús las almas de los suyos, sin dejar de darles interiormente serenidad y gozo, porque entienden muy bien que –con cien mentiras juntas– los demonios no son capaces de hacer una verdad: y graba en sus vidas el convencimiento de que solo se encontrarán cómodos, cuando se decidan a no serlo.

Al admirar y al amar de veras la Humanidad Santísima de Jesús, descubriremos una a una sus Llagas. Y en esos tiempos de purgación pasiva, penosos, fuertes, de lágrimas dulces y amargas que procuramos esconder, necesitaremos meternos dentro de cada una de aquellas Santísimas Heridas: para purificarnos, para gozarnos con esa Sangre redentora, para fortalecernos. Acudiremos como las palomas que, al decir de la Escritura14, se cobijan en los agujeros de las rocas a la hora de la tempestad. Nos ocultamos en ese refugio, para hallar la intimidad de Cristo: y veremos que su modo de conversar es apacible y su rostro hermoso15, porque «los que conocen que su voz es suave y grata, son los que recibieron la gracia del Evangelio, que les hace decir: Tú tienes palabras de vida eterna»16.

Notas
14

Cfr. Cant II, 14.

15

Cfr. Cant II, 14.

16

S. Gregorio Niseno, In Canticum Canticorum homiliae, 5 (PG 44, 879).

Referencias a la Sagrada Escritura