Lista de puntos
Estás como un saco de arena. —No haces nada de tu parte. Y así no es extraño que comiences a sentir los síntomas de la tibieza. —Reacciona.
Rectificar. —Cada día un poco. —Esta es tu labor constante si de veras quieres hacerte santo.
Precisamente tu vida interior debe ser eso: comenzar... y recomenzar.
Otra caída... y ¡qué caída!... ¿Desesperarte?... No: humillarte y acudir, por María, tu Madre, al Amor Misericordioso de Jesús. —Un «miserere» y ¡arriba ese corazón! —A comenzar de nuevo.
Constancia, que nada desconcierte. —Te hace falta. Pídela al Señor y haz lo que puedas por obtenerla: porque es un gran medio para que no te separes del fecundo camino que has emprendido.
No puedes «subir». —No es extraño: ¡aquella caída!...
Persevera y «subirás». —Recuerda lo que dice un autor espiritual: tu pobre alma es pájaro, que todavía lleva pegadas con barro sus alas.
Hacen falta soles de cielo y esfuerzos personales, pequeños y constantes, para arrancar esas inclinaciones, esas imaginaciones, ese decaimiento: ese barro pegadizo de tus alas.
Y te verás libre. —Si perseveras, «subirás».
Da gracias a Dios, que te ayudó, y gózate en tu victoria. —¡Qué alegría más honda, esa que siente tu alma, después de haber correspondido!
Documento imprimido desde https://escriva.org/es/book-subject/camino/1957/ (03/05/2024)