Lista de puntos
La Virgen Dolorosa. Cuando la contemples, ve su Corazón: es una Madre con dos hijos, frente a frente: Él... y tú.
Admira la reciedumbre de Santa María: al pie de la Cruz, con el mayor dolor humano —no hay dolor como su dolor—, llena de fortaleza.
—Y pídele de esa reciedumbre, para que sepas también estar junto a la Cruz.
¡María, Maestra del sacrificio escondido y silencioso!
—Vedla, casi siempre oculta, colaborar con el Hijo: sabe y calla.
Antes, solo, no podías... —Ahora, has acudido a la Señora, y, con Ella, ¡qué fácil!
Confía. —Vuelve. —Invoca a la Señora y serás fiel.
¿Que por momentos te faltan las fuerzas? —¿Por qué no se lo dices a tu Madre: «consolatrix afflictorum, auxilium christianorum..., Spes nostra, Regina apostolorum»?
¡Madre! —Llámala fuerte, fuerte. —Te escucha, te ve en peligro quizá, y te brinda, tu Madre Santa María, con la gracia de su Hijo, el consuelo de su regazo, la ternura de sus caricias: y te encontrarás reconfortado para la nueva lucha.
Documento imprimido desde https://escriva.org/es/book-subject/camino/2289/ (02/05/2024)