Lista de puntos

A la hora de la tentación piensa en el Amor que en el cielo te aguarda: fomenta la virtud de la esperanza, que no es falta de generosidad.

Bebamos hasta la última gota del cáliz del dolor en la pobre vida presente. —¿Qué importa padecer diez años, veinte, cincuenta..., si luego es el cielo para siempre, para siempre..., para siempre?

—Y, sobre todo —mejor que la razón apuntada, «propter retributionem»—, ¿qué importa padecer si se padece por consolar, por dar gusto a Dios nuestro Señor, con espíritu de reparación, unido a Él en su Cruz, en una palabra: si se padece por Amor?...

Si el Amor, aun el amor humano, da tantos consuelos aquí, ¿qué será el Amor en el cielo?

Hazlo todo con desinterés, por puro Amor, como si no hubiera premio ni castigo. —Pero fomenta en tu corazón la gloriosa esperanza del cielo.

¿No has oído con qué tono de tristeza se lamentan los mundanos de que «cada día que pasa es morir un poco»?

Pues, yo te digo: alégrate, alma de apóstol, porque cada día que pasa te aproxima a la Vida.

A los «otros», la muerte les para y sobrecoge. —A nosotros, la muerte —la Vida— nos anima y nos impulsa.

Para ellos es el fin: para nosotros, el principio.

Anímate. —¿No sabes que dice San Pablo, a los de Corinto, que «cada uno recibirá su propio salario, a medida de su trabajo»?