Lista de puntos
En la vida interior, ¿has considerado despacio la hermosura de «servir» con voluntariedad actual?
Al regalarte aquella Historia de Jesús, puse como dedicatoria: «Que busques a Cristo: Que encuentres a Cristo: Que ames a Cristo».
—Son tres etapas clarísimas. ¿Has intentado, por lo menos, vivir la primera?
El «non serviam» de Satanás ha sido demasiado fecundo. —¿No sientes el impulso generoso de decir cada día, con voluntad de oración y de obras, un «serviam» —¡te serviré, te seré fiel!— que supere en fecundidad a aquel clamor de rebeldía?
¿Resignación?... ¿Conformidad?... ¡Querer la Voluntad de Dios!
La aceptación rendida de la Voluntad de Dios trae necesariamente el gozo y la paz: la felicidad en la Cruz. —Entonces se ve que el yugo de Cristo es suave y que su carga no es pesada.
¡Paz, paz!, me dices. —La paz es... para los hombres de «buena» voluntad.
Acto de identificación con la Voluntad de Dios:
¿Lo quieres, Señor?... ¡Yo también lo quiero!
No dudes: deja que salga del corazón a los labios un «Fiat» —¡hágase!...— que sea la coronación del sacrificio.
El abandono en la Voluntad de Dios es el secreto para ser feliz en la tierra. —Di, pues: «meus cibus est, ut faciam voluntatem ejus» —mi alimento es hacer su Voluntad.
Documento imprimido desde https://escriva.org/es/book-subject/camino/2567/ (03/05/2024)