Lista de puntos

Crécete ante los obstáculos. —La gracia del Señor no te ha de faltar: «inter medium montium pertransibunt aquae!» —¡pasarás a través de los montes!

¿Qué importa que de momento hayas de recortar tu actividad si luego, como muelle que fue comprimido, llegarás sin comparación más lejos que nunca soñaste?

Te empeñas en ser mundano, frívolo y atolondrado porque eres cobarde. ¿Qué es, sino cobardía, ese no querer enfrentarte contigo mismo?

Hace falta una cruzada de virilidad y de pureza que contrarreste y anule la labor salvaje de quienes creen que el hombre es una bestia.

—Y esa cruzada es obra vuestra.

No tengas la cobardía de ser «valiente»: ¡huye!

Te acogota el dolor porque lo recibes con cobardía. —Recíbelo, valiente, con espíritu cristiano: y lo estimarás como un tesoro.

Examínate: despacio, con valentía. —¿No es cierto que tu mal humor y tu tristeza inmotivados —inmotivados, aparentemente— proceden de tu falta de decisión para romper los lazos sutiles, pero «concretos», que te tendió —arteramente, con paliativos— tu concupiscencia?

Di: Madre mía —tuya, porque eres suyo por muchos títulos—, que tu amor me ate a la Cruz de tu Hijo: que no me falte la Fe, ni la valentía, ni la audacia, para cumplir la voluntad de nuestro Jesús.

José de Arimatea y Nicodemus visitan a Jesús ocultamente a la hora normal y a la hora de triunfo.

Pero son valientes declarando ante la autoridad su amor a Cristo —«audacter»— con audacia, a la hora de la cobardía. —Aprende.