Lista de puntos

Hay 2 puntos en «Cartas I» cuya materia es Trabajo → y santidad.

Hemos de amar toda clase de trabajo humano, porque el trabajo es el medio para la santificación de las almas y para la gloria de Dios. Si el trabajo, cualquier trabajo humano honesto, es el medio, nadie será capaz de poner orillas a este mar inmenso de apostolado, a este panorama humano y divino que se presenta ante nuestros ojos.

Cuando llegue el tiempo de cristalizar canónicamente −con las leyes de la Iglesia− este apostolado nuestro, diremos lo mismo: que es un mar sin orillas, pero señalaremos alguna labor concreta, porque es corriente señalarla.

Vosotros y yo sabemos y creemos que el mundo tiene como misión única dar gloria a Dios. Esta vida sólo tiene razón de ser en cuanto proyecta el reino eterno del Creador. Por eso escribe San Pablo: todo cuanto hiciereis, tanto de palabra como de obra, hacedlo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por mediación de Él5. Y se lee en la primera Epístola a los Corintios: ya comáis, ya bebáis, hacedlo todo para la gloria de Dios6. Estamos, pues, todos nosotros obligados a trabajar: porque el trabajo es un mandato de Dios, y a Dios hay que obedecerle con alegría: servite Domino in laetitia7.

La santificación personal en la ocupación diaria

De este modo se hace sobrenatural el trabajo, porque su fin es Dios, y el trabajo se hace pensando en Él, como un acto de obediencia. No debemos abandonar el sitio, en el que nos ha sorprendido la llamada del Señor. Tenemos que convertir en servicio de Dios nuestra vida entera: el trabajo y el descanso, el llanto y la sonrisa. En la besana, en el taller, en el estudio, en la actuación pública, debemos permanecer fieles al medio habitual de vida; convertirlo todo en instrumento de santificación y en ejemplo apostólico, sin servirnos nunca de la Iglesia ni de la Obra: cada uno con responsabilidad personal.

En el trabajo ordinario, en el seno de la familia y de la sociedad, tenemos el compromiso personal de buscar la santidad, a la que estamos llamados por el mero hecho de ser cristianos, ya que están claras las palabras del Maestro: sed perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto8.

Mirad lo que escribía San Juan Crisóstomo: la verdad es que todos los hombres tienen que subir a la misma altura; y lo que ha trastornado toda la tierra es pensar que sólo el monje está obligado a mayor perfección, y los demás pueden vivir a sus anchas. ¡Pero no es así!9.

Notas
5

Col 3,17.

6

1 Co 10,31.

7

Sal 100[99],2.

Referencias a la Sagrada Escritura
Notas
8

Mt 5,48.

9

S. Juan Crisóstomo, Adversus oppugnatores eorum qui ad monasticam vitam inducunt, 1, III, 14 (PG 47, col. 374).

Referencias a la Sagrada Escritura