Lista de puntos

Hay 2 puntos en «Conversaciones» cuya materia es Integrismo.

Cambiando de tema, nos interesaría saber su opinión respecto del actual momento de la Iglesia. Concretamente, ¿cómo lo calificaría usted? ¿Qué papel cree que pueden tener en esta hora las tendencias que de modo general han sido llamadas «progresista» e «integrista»?

A mi modo de ver, el actual momento doctrinal de la Iglesia podría calificarse de positivo y, a la vez, delicado, como toda crisis de crecimiento. Positivo, sin duda, porque las riquezas doctrinales del Concilio Vaticano II han puesto la Iglesia toda —el entero Pueblo sacerdotal de Dios— de frente a una nueva etapa, sumamente esperanzadora, de renovada fidelidad al propósito divino de salvación que se le ha confiado. Momento delicado también, porque las conclusiones teológicas a las que se ha llegado no son de carácter —valga la expresión— abstracto o teórico, sino que se trata de una teología sumamente viva, es decir, con inmediatas y directas aplicaciones de orden pastoral, ascético y disciplinar, que tocan muy en lo íntimo la vida interna y externa de la comunidad cristiana —liturgia, estructuras organizativas de la Jerarquía, formas apostólicas, Magisterio, diálogo con el mundo, ecumenismo, etc.— y, por tanto, también la vida cristiana y la conciencia misma de los fieles.

Una y otra realidad llaman respectivamente a nuestra alma: el optimismo cristiano —la gozosa certeza de que el Espíritu Santo hará fructificar cumplidamente la doctrina con la que ha enriquecido a la Esposa de Cristo— y, a la vez, la prudencia por parte de quienes investigan o gobiernan, porque especialmente ahora podría hacer un daño inmenso la falta de serenidad y ponderación en el estudio de los problemas.

En cuanto a las tendencias que usted llama integristas y progresistas, me resulta difícil opinar sobre el papel que pueden desempeñar en este momento, porque desde siempre he rechazado la conveniencia e incluso la posibilidad de que puedan hacerse catalogaciones o simplificaciones de este tipo. Esa división —que a veces se lleva hasta extremos de verdadero paroxismo, o se intenta perpetuar como si los teólogos y los fieles en general estuvieran destinados a una continua orientación bipolar— me parece que obedece en el fondo al convencimiento de que el progreso doctrinal y vital del Pueblo de Dios sea resultado de una perpetua tensión dialéctica. Yo, en cambio, prefiero creer —con toda mi alma— en la acción del Espíritu Santo, que sopla donde quiere, y a quien quiere.

¿Cuál es la posición de la Obra sobre la declaración conciliar a favor de la libertad religiosa, y en especial sobre su aplicación a España, donde el «proyecto Castiella» está todavía en suspenso? ¿Y qué decir de ese pretendido «integrismo» que en ocasiones se ha reprochado al Opus Dei?

¿Integrismo? El Opus Dei no está ni a la derecha ni a la izquierda, ni al centro. Yo, como sacerdote, procuro estar con Cristo, que sobre la Cruz abrió los dos brazos y no sólo uno de ellos: tomo con libertad, de cada grupo, aquello que me convence, y que me hace tener el corazón y los brazos acogedores, para toda la humanidad; y cada uno de los socios es libérrimo para escoger la opción que quiera, dentro de los términos de la fe cristiana.

En cuanto a la libertad religiosa, el Opus Dei, desde que se fundó, no ha hecho nunca discriminaciones: trabaja y convive con todos, porque ve en cada persona un alma a la que hay que respetar y amar. No son sólo palabras; nuestra Obra es la primera organización católica que, con la autorización de la Santa Sede, admite como Cooperadores a los no católicos, cristianos o no. He defendido siempre la libertad de las conciencias. No comprendo la violencia: no me parece apta ni para convencer ni para vencer; el error se supera con la oración, con la gracia de Dios, con el estudio; nunca con la fuerza, siempre con la caridad. Comprenderá que siendo ése el espíritu que desde el primer momento hemos vivido, sólo alegría pueden producirme las enseñanzas que sobre este tema ha promulgado el Concilio. Acerca del proyecto concreto a que se refiere, no es cuestión mía resolverlo, sino de la Jerarquía de la Iglesia en España y de los católicos de ese país: a ellos corresponde aplicar, al caso concreto, el espíritu del Concilio.

Referencias a la Sagrada Escritura