Lista de puntos

Hay 7 puntos en «Forja» cuya materia es Alegría → alegría de hijos de Dios.

La alegría es un bien cristiano, que poseemos mientras luchamos, porque es consecuencia de la paz. La paz es fruto de haber vencido la guerra, y la vida del hombre sobre la tierra —leemos en la Escritura Santa— es lucha.

Si nos sentimos hijos predilectos de nuestro Padre de los Cielos, ¡que eso somos!, ¿cómo no vamos a estar alegres siempre? —Piénsalo.

¡Qué hermosa es nuestra vocación de cristianos —¡de hijos de Dios!—, que nos trae en la tierra la alegría y la paz que el mundo no puede dar!

La alegría es consecuencia necesaria de la filiación divina, de sabernos queridos con predilección por nuestro Padre Dios, que nos acoge, nos ayuda y nos perdona.

—Recuérdalo bien y siempre: aunque alguna vez parezca que todo se viene abajo, ¡no se viene abajo nada!, porque Dios no pierde batallas.

Ten esta seguridad: el deseo —¡con obras!— de conducirte como buen hijo de Dios da juventud, serenidad, alegría y paz permanentes.

La alegría cristiana no es fisiológica: su fundamento es sobrenatural, y está por encima de la enfermedad y de la contradicción.

—Alegría no es alborozo de cascabeles o de baile popular.

La verdadera alegría es algo más íntimo: algo que nos hace estar serenos, rebosantes de gozo, aunque a veces el rostro permanezca severo.

Cuando sientas el orgullo que hierve dentro de ti —¡la soberbia!—, que te hace considerarte como un superhombre, ha llegado el momento de exclamar: ¡no! Y así, saborearás la alegría del buen hijo de Dios, que pasa por la tierra con errores, pero haciendo el bien.

Referencias a la Sagrada Escritura