Lista de puntos

Hay 5 puntos en «Forja» cuya materia es Cruz → meditación de la Cruz.

Situados en el Calvario, donde Jesús ha muerto, la experiencia de nuestros personales pecados debe conducirnos al dolor: a una decisión más madura y más honda de no ofenderle de nuevo.

Acércate a Jesús muerto por ti, acércate a esa Cruz que se recorta sobre la cumbre del Gólgota…

Pero acércate con sinceridad, con ese recogimiento interior que es señal de madurez cristiana: para que los sucesos divinos y humanos de la Pasión penetren en tu alma.

Hemos de aceptar la mortificación con los mismos sentimientos que tuvo Jesucristo en su Pasión Santa.

Pensar en la Muerte de Cristo se traduce en una invitación a situarnos ante nuestro quehacer cotidiano, con absoluta sinceridad, y a tomarnos en serio la fe que profesamos.

Ha de ser una ocasión de ahondar en la hondura del Amor de Dios, para poder así —con la palabra y con las obras— mostrarlo a los hombres.

Ayer vi un cuadro de Jesús difunto, que me encantó. Un ángel, con unción indecible, besa su mano izquierda; otro, a los pies del Salvador, tiene un clavo arrancado de la Cruz; y, en primer término, de espaldas, mirando a Cristo, un angelote chico llora.

Pedí al Señor que me regalaran el cuadro: es hermoso, respira piedad. —Me entristeció saber que una persona, a quien se mostró el lienzo para que lo comprara, lo rechazó diciendo: "¡un cadáver!" Para mí, serás siempre la Vida.