Lista de puntos

Hay 11 puntos en «Surco» cuya materia es Fe → fortaleza en la fe.

Tu felicidad en la tierra se identifica con tu fidelidad a la fe, a la pureza y al camino que el Señor te ha marcado.

No es lo mismo un viento suave que el huracán. Con el primero, cualquiera resiste: es juego de niños, parodia de lucha.

—Pequeñas contradicciones, escasez, apurillos… Los llevabas gustosamente, y vivías la interior alegría de pensar: ¡ahora sí que trabajo por Dios, porque tenemos Cruz!…

Pero, pobre hijo mío: llegó el huracán, y sientes un bamboleo, un golpear que arrancaría árboles centenarios. Eso…, dentro y fuera. ¡Confía! No podrá desarraigar tu Fe y tu Amor, ni sacarte de tu camino…, si tú no te apartas de la “cabeza”, si sientes la unidad.

No te portes como un memo: nunca es fanatismo querer cada día conocer mejor, y amar más, y defender con mayor seguridad, la verdad que has de conocer, amar y defender.

En cambio —lo digo sin miedo— caen en el sectarismo los que se oponen a esta lógica conducta, en nombre de una falsa libertad.

Resulta fácil —también ocurría en tiempo de Jesucristo— decir que no: negar o poner en entredicho una verdad de fe. —Tú, que te declaras católico, has de partir del “sí”.

—Después, con el estudio, serás capaz de exponer los motivos de tu certeza: de que no hay contradicción —no la puede haber— entre Verdad y ciencia, entre Verdad y vida.

¿Te molesta que insista, del mismo modo, en las mismas cosas esenciales?, ¿que no tenga en cuenta esas corrientes en boga? —Mira; de igual manera se ha definido en los siglos la línea recta, porque es la más clara y breve. Otra definición resultaría más oscura y complicada.

Para los mandatos de tu fe, quizá no puedes pedir simpatía, pero has de exigir respeto.

No lo olvides: tanto mejor convencemos cuanto más convencidos estamos.

Vociferan los sectarios contra lo que llaman “nuestro fanatismo”, porque los siglos pasan y la Fe católica permanece inmutable.

En cambio, el fanatismo de los sectarios —porque no guarda relación con la verdad— cambia en cada tiempo de vestidura, alzando contra la Santa Iglesia el espantajo de meras palabras, vacías de contenido por sus hechos: “libertad”, que encadena; “progreso”, que devuelve a la selva; “ciencia”, que esconde ignorancia… Siempre un pabellón que encubre vieja mercancía averiada.

¡Ojalá se haga cada día más fuerte “tu fanatismo” por la Fe, única defensa de la única Verdad!

En ciertos ambientes, sobre todo en los de la esfera intelectual, se aprecia y se palpa como una consigna de sectas, servida a veces hasta por católicos, que —con cínica perseverancia— mantiene y propaga la calumnia, para echar sombras sobre la Iglesia, o sobre personas y entidades, contra toda verdad y toda lógica.

Reza a diario, con fe: «ut inimicos Sanctae Ecclesiae —enemigos, porque así se proclaman ellos— humiliare digneris, te rogamus audi nos!» Confunde, Señor, a los que te persiguen, con la claridad de tu luz, que estamos decididos a propagar.

El cristianismo es “insólito”, no se acomoda a las cosas de este mundo. Y ése es quizá su “mayor inconveniente”, y la bandera de los mundanos.

Cuando recuerdes tu vida pasada, pasada sin pena ni gloria, considera cuánto tiempo has perdido y cómo lo puedes recuperar: con penitencia y con mayor entrega.