Lista de puntos

Hay 12 puntos en «Surco» cuya materia es Fidelidad → lealtad a la Iglesia.

No compartiré nunca, ni en el terreno ascético ni en el jurídico, la idea de quienes piensan y viven como si servir a la Iglesia equivaliera a encumbrarse.

Te duele ver que algunos tienen la técnica de hablar de la Cruz de Cristo, sólo para remontarse y alcanzar posiciones… Son los mismos que nada de lo que ven, si no coincide con su criterio, lo consideran limpio.

—Razón de más para que perseveres en la rectitud de tus intenciones, y para que pidas al Maestro que te conceda la fuerza de repetir: «non mea voluntas, sed tua fiat!» —¡Señor, que cumpla con amor tu Voluntad Santa!

Cada día has de crecer en lealtad a la Iglesia, al Papa, a la Santa Sede… Con un amor siempre más ¡teológico!

Tienes un afán grande de amar a la Iglesia: tanto mayor, cuanto más se revuelven quienes pretenden afearla. —Me parece muy lógico: porque la Iglesia es tu Madre.

Los que no quieren entender que la fe exige servicio a la Iglesia y a las almas, tarde o temprano invierten los términos, y acaban por servirse de la Iglesia y de las almas, para sus fines personales.

Ojalá no caigas, nunca, en el error de identificar el Cuerpo Místico de Cristo con la determinada actitud, personal o pública, de uno cualquiera de sus miembros.

Y ojalá no des pie a que gente menos formada caiga en ese error.

—¡Mira si es importante tu coherencia, tu lealtad!

No te entiendo cuando, hablando de cuestiones de moral y de fe, me dices que eres un católico independiente…

—¿Independiente de quién? Esa falsa independencia equivale a salirse del camino de Cristo.

No cedas nunca en la doctrina de la Iglesia. —Al hacer una aleación, el mejor metal es el que pierde.

Además, ese tesoro no es tuyo, y —como narra el Evangelio— el Dueño te puede pedir cuentas cuando menos lo esperes.

Convengo contigo en que hay católicos, practicantes y aun piadosos ante los ojos de los demás, y quizá sinceramente convencidos, que sirven ingenuamente a los enemigos de la Iglesia…

—Se les ha colado en su propia casa, con nombres distintos mal aplicados —ecumenismo, pluralismo, democracia—, el peor adversario: la ignorancia.

Aunque parezca una paradoja, no rara vez sucede que, aquellos que se llaman a sí mismos hijos de la Iglesia, son precisamente los que mayor confusión siembran.

Estás cansado de luchar. Te ha asqueado ese ambiente, caracterizado por la falta de lealtad… ¡Todos se lanzan sobre el caído, para pisotearlo!

No sé por qué te extrañas. Ya le sucedió lo mismo a Jesucristo, pero El no se echó atrás, porque había venido para salvar justamente a los enfermos y a los que no le comprendían.

¡Que no actúen los leales!, quieren los desleales.

Referencias a la Sagrada Escritura
Referencias a la Sagrada Escritura