Lista de puntos

Hay 12 puntos en «Surco» cuya materia es Madurez humana y sobrenatural → frivolidad.

Cuando se piensa con la mente clara en las miserias de la tierra, y se contrasta ese panorama con las riquezas de la vida con Cristo, a mi juicio, no se encuentra más que una palabra que califique —con expresión rotunda— el camino que elige la gente: necedad, necedad, necedad.

La mayoría de los hombres no es que nos equivoquemos; nos sucede algo bastante peor: somos tontos de remate.

Triste cosa, que no quieras esconderte como un sillar, para sostener el edificio. Pero que te conviertas en piedra, donde tropiezan los demás…: ¡eso me parece de malvados!

No te escandalices porque haya malos cristianos, que bullen y no practican. El Señor —escribe el Apóstol— “ha de pagar a cada uno según sus obras”: a ti, por las tuyas; y a mí, por las mías.

—Si tú y yo nos decidimos a portarnos bien, de momento ya habrá dos pillos menos en el mundo.

Mientras no luches contra la frivolidad, tu cabeza semejará al puesto de un chamarilero: no guardará más que utopías, ilusiones y… trastos viejos.

Tienes una dosis de frescura que, si la emplearas con sentido sobrenatural, te serviría para ser un cristiano formidable… —Pero, tal como la usas, no pasas de ser un formidable fresco.

Con ese tomarte todo a la ligera, me recuerdas aquella vieja jácara: ¡que viene el león!, le dijeron. Y contestó el cándido naturalista: —Y a mí, qué: ¡si yo cazo mariposas!

Una persona terrible: el ignorante y, a la vez, trabajador infatigable.

Cuídame, aunque te caigas de viejo, el afán de formarte más.

Excusa propia del hombre frívolo y egoísta: “no me gusta comprometerme en nada”.

No quieres ni lo uno —el mal— ni lo otro —el bien—… Y así, cojeando con entrambos pies, además de equivocar el camino, tu vida queda llena de vacío.

«In medio virtus…» —En el medio está la virtud, dice la sabia sentencia, para apartarnos de los extremismos. —Pero no vayas a caer en la equivocación de convertir ese consejo en eufemismo para encubrir tu comodidad, cuquería, tibieza, frescura, falta de ideales, adocenamiento.

Medita aquellas palabras de la Escritura Santa: “¡ojalá fueras frío, o caliente! Mas por cuanto eres tibio y no frío, ni caliente, estoy para vomitarte de mi boca”.

Nunca llegas al meollo. ¡Siempre te quedas en lo accidental! —Permíteme que te repita con la Escritura Santa: ¡no haces más que “hablar al aire”!

No te comportes tú como ésos que, oyendo un sermón, en lugar de aplicarse personalmente la doctrina, juzgan: ¡qué bien le irá esto a Fulano!

Referencias a la Sagrada Escritura
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