Lista de puntos

Hay 12 puntos en «Surco» cuya materia es Personalidad.

El Señor necesita almas recias y audaces, que no pacten con la mediocridad y penetren con paso seguro en todos los ambientes.

Sereno y equilibrado de carácter, inflexible voluntad, fe profunda y piedad ardiente: características imprescindibles de un hijo de Dios.

De las mismas piedras puede el Señor sacar hijos de Abraham… Pero hemos de procurar que la piedra no sea deleznable. De un pedrejón sólido, aunque sea informe, puede labrarse más fácilmente un sillar estupendo.

El apóstol no debe quedarse en el rasero de una criatura mediocre. Dios le llama para que actúe como portador de humanidad y transmisor de una novedad eterna. —Por eso, el apóstol necesita ser un alma largamente, pacientemente, heroicamente formada.

Cada día descubro cosas nuevas en mí, me dices… Y te contesto: ahora comienzas a conocerte.

Cuando se ama de veras…, siempre se encuentran detalles para amar todavía más.

Sería lamentable que alguno concluyera, al ver desenvolverse a los católicos en la vida social, que se mueven con encogimiento y capitidisminución.

No cabe olvidar que nuestro Maestro era —¡es!— «perfectus Homo» —perfecto Hombre.

Si el Señor te ha dado una buena cualidad —o una habilidad—, no es solamente para que te deleites, o para que te pavonees, sino para desplegarla con caridad en servicio al prójimo.

—¿Y cuándo encontrarás mejor ocasión para servir que ahora, al convivir con tantas almas, que comparten tu mismo ideal?

Ante la presión y el impacto de un mundo materializado, hedonista, sin fe…, ¿cómo se puede exigir y justificar la libertad de no pensar como “ellos”, de no obrar como “ellos”?…

—Un hijo de Dios no tiene necesidad de pedir esa libertad, porque de una vez por todas ya nos la ha ganado Cristo: pero debe defenderla y demostrarla en cualquier ambiente. Sólo así, entenderán “ellos” que nuestra libertad no está aherrojada por el entorno.

Tus parientes, tus colegas, tus amistades, van notando el cambio, y se dan cuenta de que lo tuyo no es una transición momentánea, de que ya no eres el mismo.

—No te preocupes, ¡sigue adelante!: se cumple el «vivit vero in me Christus» —ahora es Cristo quien vive en ti.

Estima a quienes sepan decirte que no. Y, además, pídeles que te razonen su negativa, para aprender…, o para corregir.

Antes eras pesimista, indeciso y apático. Ahora te has transformado totalmente: te sientes audaz, optimista, seguro de ti mismo…, porque al fin te has decidido a buscar tu apoyo sólo en Dios.

Triste situación la de una persona con magníficas virtudes humanas, y con carencia absoluta de visión sobrenatural: porque aquellas virtudes fácilmente las aplicará sólo a sus fines particulares. —Medítalo.

Referencias a la Sagrada Escritura
Referencias a la Sagrada Escritura