Lista de puntos

Hay 12 puntos en «Surco» cuya materia es Presencia de Dios.

Que obremos siempre de tal manera, en la presencia de Dios, que no tengamos que ocultar nada a los hombres.

Te falta vida interior: porque no llevas a la oración las preocupaciones de los tuyos y el proselitismo; porque no te esfuerzas en ver claro, en sacar propósitos concretos y en cumplirlos; porque no tienes visión sobrenatural en el estudio, en el trabajo, en tus conversaciones, en tu trato con los demás…

—¿Qué tal andas de presencia de Dios, consecuencia y manifestación de tu oración?

¿No?… ¿Porque no has tenido tiempo?… —Tienes tiempo. Además, ¿qué obras serán las tuyas, si no las has meditado en la presencia del Señor, para ordenarlas? Sin esa conversación con Dios, ¿cómo acabarás con perfección la labor de la jornada?… —Mira, es como si alegaras que te falta tiempo para estudiar, porque estás muy ocupado en explicar unas lecciones… Sin estudio, no se puede dar una buena clase.

La oración va antes que todo. Si lo entiendes así y no lo pones en práctica, no me digas que te falta tiempo: ¡sencillamente, no quieres hacerla!

Oración, ¡más oración! —Parece una incongruencia ahora, en tiempo de exámenes, de mayor trabajo… La necesitas: y no sólo la habitual, como práctica de piedad; oración, también durante los ratos perdidos; oración, entre ocupación y ocupación, en vez de soltar la mente en tonterías.

No importa si —a pesar de tu empeño— no consigues concentrarte y recogerte. Puede valer mucho más esta meditación que aquella que hiciste, con toda comodidad, en el oratorio.

Una costumbre eficaz para lograr presencia de Dios: cada día, la primera audiencia, para Jesucristo.

Acostúmbrate a rezar oraciones vocales, por la mañana, al vestirte, como los niños pequeños. —Y tendrás más presencia de Dios luego, durante la jornada.

Siempre retrasas el Rosario para luego, y acabas por omitirlo a causa del sueño. —Si no dispones de otros ratos, recítalo por la calle y sin que nadie lo note. Además, te ayudará a tener presencia de Dios.

Para tu examen diario: ¿he dejado pasar alguna hora, sin hablar con mi Padre Dios?… ¿He conversado con El, con amor de hijo? —¡Puedes!

Vamos a no engañarnos… —Dios no es una sombra, un ser lejano, que nos crea y luego nos abandona; no es un amo que se va y ya no vuelve. Aunque no lo percibamos con nuestros sentidos, su existencia es mucho más verdadera que la de todas las realidades que tocamos y vemos. Dios está aquí, con nosotros, presente, vivo: nos ve, nos oye, nos dirige, y contempla nuestras menores acciones, nuestras intenciones más escondidas.

Creemos esto…, pero ¡vivimos como si Dios no existiera! Porque no tenemos para El ni un pensamiento, ni una palabra; porque no le obedecemos, ni tratamos de dominar nuestras pasiones; porque no le expresamos amor, ni le desagraviamos…

—¿Vamos a seguir viviendo con una fe muerta?

Si tuvieras presencia de Dios, cuántas actuaciones “irremediables” remediarías.

¿Cómo vas a vivir la presencia de Dios, si no haces más que mirar a todas partes?… —Estás como borracho de futilidades.

Cada día te notas más metido en Dios…, me dices. —Entonces, cada día estarás más cerca de tus hermanos.