Lista de puntos

Hay 20 puntos en «Surco» cuya materia es Responsabilidad.

Obedecer dócilmente. —Pero con inteligencia, con amor y sentido de responsabilidad, que nada tienen que ver con juzgar a quien gobierna.

Hay muchos modos de sembrar desorientación… —Basta, por ejemplo, señalar la excepción como regla general.

¿Crees que los demás no han tenido nunca veinte años? ¿Crees que no han estado nunca copados por la familia, como menores de edad? ¿Crees que se han ahorrado los problemas —mínimos o no tan mínimos— con los que tropiezas?… No. Ellos han pasado por las mismas circunstancias que tú atraviesas ahora, y se han hecho maduros —con la ayuda de la gracia—, pisoteando su yo con perseverancia generosa, cediendo en lo que se podía ceder, y manteniéndose leales, sin arrogancia y sin herir —con serena humildad—, cuando no se podía.

Cuando tu voluntad flaquee ante el trabajo habitual, recuerda una vez más aquella consideración: “el estudio, el trabajo, es parte esencial de mi camino. El descrédito profesional —consecuencia de la pereza— anularía o haría imposible mi labor de cristiano. Necesito —así lo quiere Dios— el ascendiente del prestigio profesional, para atraer y ayudar a los demás”.

—No lo dudes: si abandonas tu tarea, ¡te apartas —y apartas a otros— de los planes divinos!

No se trata de realizar tus obligaciones apresuradamente, sino de llevarlas a término sin pausa, al paso de Dios.

Si los cristianos viviéramos de veras conforme a nuestra fe, se produciría la más grande revolución de todos los tiempos… ¡La eficacia de la corredención depende también de cada uno de nosotros! —Medítalo.

Te sentirás plenamente responsable cuando comprendas que, cara a Dios, sólo tienes deberes. ¡Ya se encarga El de concederte derechos!

¡Ojalá te acostumbres a ocuparte a diario de los demás, con tanta entrega, que te olvides de que existes!

Un pensamiento que te ayudará, en los momentos difíciles: cuanto más aumente mi fidelidad, mejor contribuiré a que otros crezcan en esta virtud. —¡Y resulta tan atrayente sentirnos sostenidos unos por otros!

No me seas “teórico”: han de ser nuestras vidas, cada jornada, las que conviertan esos ideales grandiosos en una realidad cotidiana, heroica y fecunda.

Efectivamente, lo viejo merece respeto y agradecimiento. Aprender, sí. Tener en cuenta esas experiencias, también. Pero no exageremos: cada cosa a su tiempo. ¿Acaso nos vestimos con chupa y calzón, y cubrimos nuestras cabezas con una peluca empolvada?

No te enfades: muchas veces un comportamiento irresponsable denota falta de cabeza o de formación, más que carencia de buen espíritu.

Necesario será exigir a los maestros, a los directores, que colmen esas lagunas con su cumplimiento responsable del deber.

—Necesario será que te examines…, si ocupas tú uno de esos puestos.

¿Constituido en autoridad, y obras por el qué dirán los hombres? —¡Vejestorio! —Primero, te ha de importar el qué dirá Dios; luego —muy en segundo término, y a veces nunca—, habrás de ponderar lo que puedan pensar los demás. “A todo aquél —dice el Señor— que me reconociere delante de los hombres, yo también le reconoceré delante de mi Padre, que está en los cielos. Mas a quien me negare delante de los hombres, yo también le negaré delante de mi Padre, que está en los cielos”.

Tú, que ocupas un puesto de responsabilidad, al ejercer tu tarea, recuerda: lo que es personal, perece con la persona que se hizo imprescindible.

Una norma fundamental de buen gobierno: repartir responsabilidades, sin que esto signifique buscar comodidad o anonimato. Insisto, repartir responsabilidades: pidiendo a cada uno cuentas de su encargo, para poder “rendir cuentas” a Dios; y a las almas, si es preciso.

Al resolver los asuntos, procura no exagerar nunca la justicia hasta olvidarte de la caridad.

La resistencia de una cadena se mide por su eslabón más débil.

No digas de ninguno de tus subordinados: no vale.

—Eres tú el que no vale: porque no sabes colocarlo en el sitio donde puede funcionar.

Rechaza la ambición de honores; contempla, en cambio, los instrumentos, los deberes y la eficacia. —Así, no ambicionarás los cargos y, si llegan, los mirarás en su justa medida: cargas en servicio a las almas.

A la hora del desprecio de la Cruz, la Virgen está allá, cerca de su Hijo, decidida a correr su misma suerte. —Perdamos el miedo a conducirnos como cristianos responsables, cuando no resulta cómodo en el ambiente donde nos desenvolvemos: Ella nos ayudará.

Referencias a la Sagrada Escritura
Referencias a la Sagrada Escritura