Lista de puntos

Hay 12 puntos en «Surco» cuya materia es Sinceridad.

Me escribes que te has llegado, por fin, al confesonario, y que has probado la humillación de tener que abrir la cloaca —así dices— de tu vida ante “un hombre”.

—¿Cuándo arrancarás esa vana estimación que sientes de ti mismo? Entonces, irás a la confesión gozoso de mostrarte como eres, ante “ese hombre” ungido —otro Cristo, ¡el mismo Cristo!—, que te da la absolución, el perdón de Dios.

«Auxilium christianorum!» —Auxilio de los cristianos, reza con seguridad la letanía lauretana. ¿Has probado a repetir esa jaculatoria en tus trances difíciles? Si lo haces con fe, con ternura de hija o de hijo, comprobarás la eficacia de la intercesión de tu Madre Santa María, que te llevará a la victoria.

Naturalidad, sinceridad, alegría: condiciones indispensables, en el apóstol, para atraer a las gentes.

Quien oculta a su Director una tentación, tiene un secreto a medias con el demonio. —Se ha hecho amigo del enemigo.

El polvo y la ceguera de cierta caída te producen desasosiego, junto con pensamientos que quieren quitarte la paz.

—¿Has buscado el desahogo en las lágrimas junto al Señor, y en la conversación confiada con un hermano?

Sinceridad: con Dios, con el Director, con tus hermanos los hombres. —Así estoy seguro de tu perseverancia.

¿Un medio para ser franco y sencillo?… Escucha y medita estas palabras de Pedro: «Domine, Tu omnia nosti…» —Señor, ¡Tú lo sabes todo!

¿Qué diré?, me preguntas al comenzar a abrir tu alma. Y, con segura conciencia, te respondo: en primer lugar, aquello que querrías que no se supiera.

Los defectos que ves en los demás quizá son los tuyos. «Si oculus tuus fuerit simplex…» —Si tu ojo fuere sencillo, todo tu cuerpo estará iluminado; mas si tienes malicioso tu ojo, todo tu cuerpo estará oscurecido.

Y más aún: “¿cómo te pones a mirar la mota en el ojo de tu hermano, y no reparas en la viga que está dentro del tuyo?”

—Examínate.

Todos necesitamos prevenir la falta de objetividad, siempre que se trate de juzgar la propia conducta… —Tú, también.

Si tuvieras un corazón grande y algo más de sinceridad, no te detendrías a mortificar, ni te sentirías mortificado…, por detallitos.

Si la palabra amor sale muchas veces de la boca, sin estar respaldada con pequeños sacrificios, llega a cansar.

Referencias a la Sagrada Escritura