Lista de puntos

Hay 16 puntos en «Surco» cuya materia es Soberbia.

No eres feliz, porque le das vueltas a todo como si tú fueras siempre el centro: si te duele el estómago, si te cansas, si te han dicho esto o aquello…

—¿Has probado a pensar en El y, por El, en los demás?

Te ha dolido en el alma cuando te dijeron: tú, lo que buscas no es la conversión, sino un estuche para tus miserias…; y así, seguir cómodamente —¡pero con sabor de acíbar!— arrastrando esa triste carga.

Sólo los tontos son testarudos: los muy tontos, muy testarudos.

Arrancar de cuajo el amor propio y meter el amor a Jesucristo: aquí radica el secreto de la eficacia y de la felicidad.

Aunque afirmas que le sigues, de una manera o de otra pretendes siempre obrar “tú”, según “tus” planes, y con “tus” solas fuerzas. —Pero el Señor ha dicho: «sine me nihil!» —sin Mí, nada puedes hacer.

Han desconocido eso que tú llamas tu “derecho”, que te he traducido yo como tu “derecho a la soberbia”… ¡Pobre mamarracho! —Has sentido, porque no te podías defender —era poderoso el atacante—, el dolor de cien bofetones. —Y, a pesar de todo, no aprendes a humillarte.

Ahora es tu conciencia la que te arguye: te llama soberbio… y cobarde. —Da gracias a Dios, porque ya vas entreviendo tu “deber de la humildad”.

Estás lleno de ti, de ti, de ti… —Y no serás eficaz hasta que no te llenes de El, de El, de El, actuando «in nomine Domini» —en nombre y con la fuerza de Dios.

¿Cómo pretendes seguir a Cristo, si giras solamente alrededor de ti mismo?

Una impaciente y desordenada preocupación por subir profesionalmente, puede disfrazar el amor propio so capa “de servir a las almas”. Con falsía —no quito una letra—, nos forjamos la justificación de que no debemos desaprovechar ciertas coyunturas, ciertas circunstancias favorables…

Vuelve tus ojos a Jesús: El es “el Camino”. También durante sus años escondidos surgieron coyunturas y circunstancias “muy favorables”, para anticipar su vida pública. A los doce años, por ejemplo, cuando los doctores de la ley se admiraron de sus preguntas y de sus respuestas… Pero Jesucristo cumple la Voluntad de su Padre, y espera: ¡obedece!

—Sin perder esa santa ambición tuya de llevar el mundo entero a Dios, cuando se insinúen esas iniciativas —ansias quizá de deserción—, recuerda que también a ti te toca obedecer y ocuparte de esa tarea oscura, poco brillante, mientras el Señor no te pida otra cosa: El tiene sus tiempos y sus sendas.

Fatuos y soberbios se demuestran todos aquéllos que abusan de su situación de privilegio —dada por el dinero, por el linaje, por el grado, por el cargo, por la inteligencia…—, para humillar a los menos afortunados.

La soberbia, antes o después, acaba por humillar, cara a los demás, al hombre “más hombre”, que actúa como una marioneta vanidosa y sin cerebro, movida por los hilos que acciona satanás.

Por presunción o por simple vanidad, muchos sostienen un “mercado negro”, para alzar artificialmente sus propios valores personales.

No te descorazones ante tus errores: reacciona.

—La esterilidad no es tanto consecuencia de las faltas —sobre todo, si uno se arrepiente—, cuanto de la soberbia.

Si has caído, levántate con más esperanza… Sólo el amor propio no entiende que el error, cuando se rectifica, ayuda a conocerse y a humillarse.

“No servimos para nada”. —Afirmación pesimista y falsa. —Si se quiere, con la gracia de Dios —requisito previo y fundamental—, se puede llegar a servir, como buen instrumento, en muchas empresas.

Me hizo pensar la frase dura, pero cierta, de aquel varón de Dios, al contemplar la altanería de aquella criatura: “se viste con la misma piel del diablo, la soberbia”.

Y vino a mi alma, por contraste, el deseo sincero de revestirme con la virtud que predicó Jesucristo, «quia mitis sum et humilis corde», —soy manso y humilde de corazón—; y que ha atraído la mirada de la Trinidad Beatísima sobre su Madre y Madre nuestra: la humildad, el sabernos y sentirnos nada.

Referencias a la Sagrada Escritura
Referencias a la Sagrada Escritura