Lista de puntos
No te lanzas a trabajar en esa empresa sobrenatural, porque —así lo dices tú— tienes miedo a no saber agradar, a hacer una gestión desafortunada. —Si pensaras más en Dios, esas sinrazones desaparecerían.
Eres extraordinariamente feliz. A veces, cuando te das cuenta de que un hijo de Dios le abandona, sientes —en medio de tu paz y de tu gozo íntimos— un dolor de cariño, una amargura, que ni turba ni inquieta.
—Bien, pero… ¡a poner todos los medios humanos y sobrenaturales para que reaccione…, y a confiar con certidumbre en Jesucristo! Así, las aguas vuelven siempre a su cauce.
Aquel sacerdote amigo trabajaba pensando en Dios, asido a su mano paterna, y ayudando a que los demás asimilaran estas ideas madres. Por eso, se decía: cuando tú mueras, todo seguirá bien, porque continuará ocupándose El.
Documento imprimido desde https://escriva.org/es/book-subject/surco/727/ (05/05/2024)