Lista de puntos

Empezaste con muchos bríos. Pero poco a poco te has ido achicando… Y vas a acabar metido en tu pobre caparazón, si sigues empequeñeciendo tu horizonte.

—¡Cada vez has de ensanchar más tu corazón, con hambres de apostolado!: de cien almas nos interesan las cien.

Lo que se necesita para conseguir la felicidad, no es una vida cómoda, sino un corazón enamorado.

Las personas, cuando tienen el corazón muy pequeño, parece que guardan sus afanes en un cajón pobre y apartado.

Mira: tenemos que amar a Dios no sólo con nuestro corazón, sino con el “Suyo”, y con el de toda la humanidad de todos los tiempos…: si no, nos quedaremos cortos para corresponder a su Amor.

Si tuvieras un corazón grande y algo más de sinceridad, no te detendrías a mortificar, ni te sentirías mortificado…, por detallitos.

Esta situación te quema: ¡se te ha acercado Cristo, cuando no eras más que un miserable leproso! Hasta entonces, sólo cultivabas una cualidad buena: un generoso interés por los demás. Después de ese encuentro, alcanzaste la gracia de ver a Jesús en ellos, te enamoraste de El y ahora le amas en ellos…, y te parece muy poco —¡tienes razón!— el altruismo que antes te empujaba a prestar unos servicios al prójimo.