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"Amigos de Dios" en Eslovaquia

El libro Amigos de Dios de San Josemaría Escrivá ya está disponible en eslovaco. Es la primera vez que se publica esta obra de San Josemaría en Eslovaquia. En estas fechas se está ultimando también la edición de Es Cristo que pasa. De todos los escritos de San Josemaría, se han traducido hasta ahora: Camino, Surco, Forja, Santo Rosario y Via Crucis.

En los años noventa se tradujeron muchas obras del fundador del Opus Dei al eslovaco.
Aquellas primeras traducciones se hicieron a partir de otras en alemán y en inglés de las mismas obras. Por ello, se espera que, poco a poco, se vayan publicando nuevas versiones traducidas directamente del original castellano. Este es el caso del volumen de homilías recientemente publicado Amigos de Dios.

Kristina Kudelova, autora de esta traducción, relata lo que supuso para ella este trabajo.

Kristina Kudelova, traductora¿Qué supone traducir los textos de San Josemaría Escrivá a otro idioma tan distinto del castellano?

Cuando por primera vez leí Amigos de Dios en el original castellano sin haberlo leído antes, noté el fuerte atractivo de su recia y atrayente espiritualidad, del vigor de sus palabras directas que llaman, exhortan, penetran e inspiran. Fue para mí una enorme sorpresa, porque los lectores eslovacos están acostumbrados a que, en nuestra lengua, el lenguaje espiritual use expresiones bastante dulces, que pueden sonar a veces incluso cursis. La traducción de San Josemaría Escrivá al eslovaco fue por tanto un gran reto también en este sentido.

La intención con que se trabajó en la traducción era encontrar un lenguaje adecuado, lo más fiel posible al estilo del autor, que permitiera reproducir sus palabras en nuestro idioma con sus propias expresiones. Conseguir todo eso sin quitar nada de su dicción clara, de su gran calor humano y de su fuerza para despertar, entusiasmar e implicar al lector no parecía fácil. Suponía no alterar la profundidad teológica y espiritual de toda la obra. Otro desafío fue el tratar de transmitir el modo con que San Josemaría Escrivá amaba a Dios y hablaba de Él; la fuerza de su corazón enamorado y el amor que quemaba todo alrededor; su trato tierno y filial con la Trinidad Beatísima; su encendida adoración a Jesús Sacramentado; su inmenso cariño y confianza con la Virgen Santísima; su preocupación de padre y de sacerdote por todas las almas, su deseo de afrontar cualquier sufrimiento como una ofrenda por el Romano Pontífice y por la Iglesia.

Después de terminar el trabajo de traducción, desearía que todos los eslovacos que lean este libro, pudieran experiementar por lo menos algo de su “locura” por Dios, que se les contagiara su amor a Jesucristo y que se afirmara en ellos la decisión de seguirle de cerca, que se les abrieran horizontes nuevos en la vida, que descubrieran la responsabilidad de ser seguidores de Cristo en la sociedad actual y la fuerza transformadora del cristianismo.

Mi deseo, al traducir este libro, fue que el mensaje de su autor llegue a los corazones de todos los cristianos de mi país, jóvenes y menos jóvenes, y que deje huella. Una huella en forma de decisión o al menos de anhelo de dar un generoso sí a los planes de Dios para cada persona.