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Hay 2 puntos en «Amigos de Dios» cuya materia es Respetos humanos .

Los respetos humanos

Que no os detenga ninguna razón hipócrita: aplicad la medicina neta. Pero obrad con mano maternal, con la delicadeza infinita de nuestras madres, mientras nos curaban las heridas grandes o pequeñas de nuestros juegos y tropezones infantiles. Cuando es preciso esperar unas horas, se espera; nunca más tiempo del imprescindible, ya que otra actitud entrañaría comodidad, cobardía, cosa bien distinta de la prudencia. Rechazad todos, y principalmente los que os encargáis de formar a otros, el miedo a desinfectar la herida.

Es posible que alguno susurre arteramente al oído de aquellos que deben curar, y no se deciden o no quieren enfrentarse con su misión: Maestro, sabemos que eres veraz...8. No toleréis el irónico elogio: los que no se esfuerzan en llevar a cabo con diligencia su tarea, ni son maestros, porque no enseñan el camino auténtico; ni son verdaderos, pues con su falsa prudencia toman como exageración o desprecian las normas claras, mil veces probadas por la recta conducta, por la edad, por la ciencia del buen gobierno, por el conocimiento de la flaqueza humana y por el amor a cada oveja, que empujan a hablar, a intervenir, a demostrar interés.

A los falsos maestros les domina el miedo de apurar la verdad; les desasosiega la sola idea –la obligación– de recurrir al antídoto doloroso en determinadas circunstancias. En una actitud semejante –convenceos– no hay prudencia, ni piedad, ni cordura; esa postura refleja apocamiento, falta de responsabilidad, insensatez, necedad. Son los mismos que después, presas del pánico por el desastre, pretenden atajar el mal cuando ya es tarde. No se acuerdan de que la virtud de la prudencia exige recoger y transmitir a tiempo el consejo reposado de la madurez, de la experiencia antigua, de la vista limpia, de la lengua sin ataduras.

Sigamos el relato de San Mateo: sabemos que eres veraz, y enseñas el camino de Dios conforme a la pura verdad9. Nunca acabo de sorprenderme ante este cinismo. Se mueven con la intención de retorcer las palabras de Jesús Señor Nuestro, de cogerle en algún descuido y, en lugar de exponer llanamente lo que ellos consideraban como un nudo insoluble, intentan aturdir al Maestro con alabanzas que solo deberían salir de labios adictos, de corazones rectos. Me paro de intento en estos matices, para que aprendamos a no ser recelosos, pero sí prudentes; para que no aceptemos el fraude del fingimiento, aunque aparezca revestido de frases o de gestos que en sí mismos responden a la realidad, como sucede en el pasaje que estamos contemplando: Tú no haces distinción, le dicen; Tú has venido para todos los hombres; a Ti, nada te detiene para proclamar la verdad y enseñar el bien10.

Repito: prudentes, sí; cautelosos, no. Conceded la más absoluta confianza a todos, sed muy nobles. Para mí, vale más la palabra de un cristiano, de un hombre leal –me fío enteramente de cada uno–, que la firma auténtica de cien notarios unánimes, aunque quizá en alguna ocasión me hayan engañado por seguir este criterio. Prefiero exponerme a que un desaprensivo abuse de esa confianza, antes de despojar a nadie del crédito que merece como persona y como hijo de Dios. Os aseguro que nunca me han defraudado los resultados de este modo de proceder.

Notas
8

Mt XXII, 16.

Referencias a la Sagrada Escritura
Notas
9

Ibidem.

10

Cfr. Mt XXII, 16.

Referencias a la Sagrada Escritura