Lista de puntos

Hay 8 puntos en «Camino» cuya materia es Evangelio.

Es duro leer, en los Santos Evangelios, la pregunta de Pilato: «¿A quién queréis que os suelte, a Barrabás o a Jesús, que se llama Cristo?» —Es más penoso oír la respuesta: «¡A Barrabás!»

Y más terrible todavía darme cuenta de que ¡muchas veces!, al apartarme del camino, he dicho también «¡a Barrabás!», y he añadido «¿a Cristo?... ‘Crucifige eum!’ —¡Crucifícalo!»

No necesito milagros: me sobra con los que hay en la Escritura. —En cambio, me hace falta tu cumplimiento del deber, tu correspondencia a la gracia.

«Sine me nihil potestis facere!» Luz nueva, mejor, resplandores nuevos, para mis ojos, de esa Luz Eterna, que es el Santo Evangelio.

—¿Pueden extrañarme «mis»... tonterías?

—Meta yo a Jesús en todas mis cosas. Y, entonces, no habrá tonterías en mi conducta: y, si he de hablar con propiedad, no diré más mis cosas, sino «nuestras cosas».

Pero... ¿y los medios? —Son los mismos de Pedro y de Pablo, de Domingo y Francisco, de Ignacio y Javier: el Crucifijo y el Evangelio...

—¿Acaso te parecen pequeños?

No soy «milagrero». —Te dije que me sobran milagros en el Santo Evangelio para asegurar fuertemente mi fe. —Pero me dan pena esos cristianos —incluso piadosos, «¡apostólicos!»— que se sonríen cuando oyen hablar de caminos extraordinarios, de sucesos sobrenaturales. —Siento deseos de decirles: sí, ahora hay también milagros: ¡nosotros los haríamos si tuviéramos fe!

Dios es el de siempre. —Hombres de fe hacen falta: y se renovarán los prodigios que leemos en la Santa Escritura.

—«Ecce non est abbreviata manus Domini» —¡El brazo de Dios, su poder, no se ha empequeñecido!

Me dices, de ese amigo tuyo, que frecuenta sacramentos, que es de vida limpia y buen estudiante. —Pero que no «encaja»: si le hablas de sacrificio y apostolado, se entristece y se te va.

No te preocupe. —No es un fracaso de tu celo: es, a la letra, la escena que narra el Evangelista: «si quieres ser perfecto, anda y vende cuanto tienes, y dáselo a los pobres» (sacrificio)... «y ven después y sígueme» (apostolado).

El adolescente «abiit tristis» —se retiró también entristecido: no quiso corresponder a la gracia.

Tú eres sal, alma de apóstol. —«Bonum est sal» —la sal es buena, se lee en el Santo Evangelio, «si autem sal evanuerit» —pero si la sal se desvirtúa..., nada vale, ni para la tierra, ni para el estiércol; se arroja fuera como inútil.

Tú eres sal, alma de apóstol. —Pero, si te desvirtúas...

Referencias a la Sagrada Escritura
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