Lista de puntos

Hay 12 puntos en «Camino» cuya materia es Paz → paz interior.

Director. —Lo necesitas. —Para entregarte, para darte..., obedeciendo. —Y Director que conozca tu apostolado, que sepa lo que Dios quiere: así secundará, con eficacia, la labor del Espíritu Santo en tu alma, sin sacarte de tu sitio..., llenándote de paz, y enseñándote el modo de que tu trabajo sea fecundo.

¿No presientes que te aguarda más paz y más unión cuando hayas correspondido a esa gracia extraordinaria que te exige un total desasimiento?

—Lucha por Él, por darle gusto: pero fortalece tu esperanza.

Esa llaga duele. —Pero está en vías de curación: sé consecuente con tus propósitos. Y pronto el dolor será gozosa paz.

Rechaza esos escrúpulos que te quitan la paz. —No es de Dios lo que roba la paz del alma.

Cuando Dios te visite sentirás la verdad de aquellos saludos: la paz os doy..., la paz os dejo..., la paz sea con vosotros..., y esto, en medio de la tribulación.

Me escribes y copio: «Mi gozo y mi paz. Nunca podré tener verdadera alegría si no tengo paz. ¿Y qué es la paz? La paz es algo muy relacionado con la guerra. La paz es consecuencia de la victoria. La paz exige de mí una continua lucha. Sin lucha no podré tener paz».

La murmuración es roña que ensucia y entorpece el apostolado. —Va contra la caridad, resta fuerzas, quita la paz, y hace perder la unión con Dios.

¿Sabes que aquella persona está en peligro para su alma? —Desde lejos, con tu vida de unión, puedes serle ayuda eficaz. —¡Hala, pues!, y no te intranquilices.

Esas desazones que sientes por tus hermanos me parecen bien: son prueba de vuestra mutua caridad. —Procura, sin embargo, que tus desazones no degeneren en inquietud.

La humildad es otro buen camino para llegar a la paz interior. —«Él» lo ha dicho: «Aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón... y encontraréis paz para vuestras almas».

Si la obediencia no te da paz, es que eres soberbio.

¿Estás sufriendo una gran tribulación? —¿Tienes contradicciones? Di, muy despacio, como paladeándola, esta oración recia y viril:

«Hágase, cúmplase, sea alabada y eternamente ensalzada la justísima y amabilísima Voluntad de Dios, sobre todas las cosas. —Amén. —Amén.»

Yo te aseguro que alcanzarás la paz.

Si recibes la tribulación con ánimo encogido pierdes la alegría y la paz, y te expones a no sacar provecho espiritual de aquel trance.

Referencias a la Sagrada Escritura
Referencias a la Sagrada Escritura