Lista de puntos

Hay 12 puntos en «Camino» cuya materia es Santidad → características.

Frecuenta el trato del Espíritu Santo —el Gran Desconocido— que es quien te ha de santificar.

No olvides que eres templo de Dios. —El Paráclito está en el centro de tu alma: óyele y atiende dócilmente sus inspiraciones.

No estorbes la obra del Paráclito: únete a Cristo, para purificarte, y siente, con Él, los insultos, y los salivazos, y los bofetones..., y las espinas, y el peso de la cruz..., y los hierros rompiendo tu carne, y las ansias de una muerte en desamparo...

Y métete en el costado abierto de Nuestro Señor Jesús hasta hallar cobijo seguro en su llagado Corazón.

Me has dicho, y te escuché en silencio: «Sí: quiero ser santo». Aunque esta afirmación, tan difuminada, tan general, me parezca de ordinario una tontería.

Decía un alma de oración: en las intenciones, sea Jesús nuestro fin; en los afectos, nuestro Amor; en la palabra, nuestro asunto; en las acciones, nuestro modelo.

¡Solo! —No estás solo. Te hacemos mucha compañía desde lejos. —Además..., asentado en tu alma en gracia, el Espíritu Santo —Dios contigo— va dando tono sobrenatural a todos tus pensamientos, deseos y obras.

Aspiración: Que sea yo bueno, y todos los demás mejores que yo.

Tu impaciencia santa, por servirle, no desagrada a Dios. —Pero será estéril si no va acompañada de un efectivo mejoramiento en tu conducta diaria.

«Induimini Dominum Jesum Christum» —revestíos de Nuestro Señor Jesucristo, decía San Pablo a los Romanos. —En el Sacramento de la Penitencia es donde tú y yo nos revestimos de Jesucristo y de sus merecimientos.

Fomenta esos pensamientos nobles, esos santos deseos incipientes... —Un chispazo puede dar lugar a una hoguera.

Te reconoces miserable. Y lo eres. —A pesar de todo —más aún: por eso— te buscó Dios.

—Siempre emplea instrumentos desproporcionados: para que se vea que la «obra» es suya.

—A ti sólo te pide docilidad.

¡Cuántos años comulgando a diario! —Otro sería santo —me has dicho—, y yo ¡siempre igual!

—Hijo —te he respondido—, sigue con la diaria Comunión, y piensa: ¿qué sería yo, si no hubiera comulgado?

Te apuras y entristeces porque tus Comuniones son frías, llenas de aridez. —Cuando vas al Sacramento, dime: ¿te buscas a ti o buscas a Jesús? —Si te buscas a ti, motivo tienes para entristecerte... Pero si —como debes— buscas a Cristo, ¿quieres señal más segura que la Cruz para saber que le has encontrado?

Referencias a la Sagrada Escritura
Referencias a la Sagrada Escritura