Lista de puntos

Hay 12 puntos en «Camino» cuya materia es Tentaciones → remedios.

Vuelve las espaldas al infame cuando susurra en tus oídos: ¿para qué complicarte la vida?

No quieras dialogar con la concupiscencia: despréciala.

No tengas la cobardía de ser «valiente»: ¡huye!

A la hora de la tentación piensa en el Amor que en el cielo te aguarda: fomenta la virtud de la esperanza, que no es falta de generosidad.

En tu alma parece que materialmente oyes: «¡ese prejuicio religioso!»... —Y después la defensa elocuente de todas las miserias de nuestra pobre carne caída: «¡sus derechos!».

Cuando esto te suceda di al enemigo que hay ley natural y ley de Dios, ¡y Dios! —Y también infierno.

«Domine!» —¡Señor!— «si vis, potes me mundare» —si quieres, puedes curarme.

—¡Qué hermosa oración para que la digas muchas veces con la fe del leprosito cuando te acontezca lo que Dios y tú y yo sabemos! —No tardarás en sentir la respuesta del Maestro: «volo, mundare!» —quiero, ¡sé limpio!

Por defender su pureza San Francisco de Asís se revolcó en la nieve, San Benito se arrojó a un zarzal, San Bernardo se zambulló en un estanque helado... —Tú, ¿qué has hecho?

Si tu ojo derecho te escandalizare..., ¡arráncalo y tíralo lejos! —¡pobre corazón, que es el que te escandaliza!

Apriétalo, estrújalo entre tus manos: no le des consuelos. —Y, lleno de una noble compasión, cuando los pida, dile despacio, como en confidencia: «Corazón, ¡corazón en la Cruz!, ¡corazón en la Cruz!»

No pienses más en tu caída. —Ese pensamiento, además de losa que te cubre y abruma, será fácilmente ocasión de próximas tentaciones. —Cristo te perdonó: olvídate del hombre viejo.

Ese modo sobrenatural de proceder es una verdadera táctica militar. —Sostienes la guerra —las luchas diarias de tu vida interior— en posiciones, que colocas lejos de los muros capitales de tu fortaleza.

Y el enemigo acude allí: a tu pequeña mortificación, a tu oración habitual, a tu trabajo ordenado, a tu plan de vida: y es difícil que llegue a acercarse hasta los torreones, flacos para el asalto, de tu castillo. —Y si llega, llega sin eficacia.

Ama a la Señora. Y Ella te obtendrá gracia abundante para vencer en esta lucha cotidiana. —Y no servirán de nada al maldito esas cosas perversas, que suben y suben, hirviendo dentro de ti, hasta querer anegar con su podredumbre bienoliente los grandes ideales, los mandatos sublimes que Cristo mismo ha puesto en tu corazón. —«Serviam!»

Esa trepidación de tu espíritu, la tentación, que te envuelve, es como una venda sobre los ojos de tu alma.

Estás a oscuras. —No te empeñes en andar solo, porque, solo, caerás. —Ve a tu Director —a tu superior— y él hará que oigas aquellas palabras de Rafael Arcángel a Tobías:

«Forti animo esto, in proximo est ut a Deo cureris» —Ten ánimo, que pronto te curará Dios. —Sé obediente, y caerán las escamas, caerá la venda de tus ojos, y Dios te llenará de gracia y de paz.

Referencias a la Sagrada Escritura
Referencias a la Sagrada Escritura