Lista de puntos

Hay 11 puntos en «Camino» cuya materia es Virtudes humanas  → en el apostolado.

Con ese aire de suficiencia resultas un tipo molesto y antipático, te pones en ridículo, y, lo que es peor, quitas eficacia a tu trabajo de apóstol.

No olvides que hasta las «medianías» pueden pecar por demasiado sabias.

Me han dicho que tienes «gracia», «gancho», para atraer almas a tu camino.

Agradécele a Dios ese don: ¡ser instrumento para buscar instrumentos!

¡Hombre! Ponle en ridículo. —Dile que está pasado de moda: parece mentira que aún haya gente empeñada en creer que es buen medio de locomoción la diligencia... —Esto, para los que renuevan volterianismos de peluca empolvada, o liberalismos desacreditados del XIX.

Que, tratándote, no se pueda exclamar lo que, con bastante razón, gritaba una determinada persona: «Estoy de honrados hasta aquí...» Y se tocaba en lo alto de la cabeza.

En el trabajo apostólico no se ha de perdonar la desobediencia, ni la doblez. —Ten en cuenta que sencillez no es imprudencia, ni indiscreción.

Deja ese «aire de suficiencia» que aísla de la tuya a las almas que se te acercan. —Escucha. Y habla con sencillez: sólo así crecerá en extensión y fecundidad tu trabajo de apóstol.

Esas palabras, deslizadas tan a tiempo en el oído del amigo que vacila; aquella conversación orientadora, que supiste provocar oportunamente; y el consejo profesional, que mejora su labor universitaria; y la discreta indiscreción, que te hace sugerirle insospechados horizontes de celo... Todo eso es «apostolado de la confidencia».

«Apostolado del almuerzo»: es la vieja hospitalidad de los Patriarcas, con el calor fraternal de Betania. —Cuando se ejercita, parece que se entrevé a Jesús, que preside, como en casa de Lázaro.

Urge recristianizar las fiestas y costumbres populares. —Urge evitar que los espectáculos públicos se vean en esta disyuntiva: o ñoños o paganos.

Pide al Señor que haya quien trabaje en esa labor de urgencia, que podemos llamar «apostolado de la diversión».

Del «apostolado epistolar» me haces un buen panegírico. —Escribes: «No sé cómo emborronar papel hablando de cosas que puedan ser útiles al que recibe la carta. Cuando empiezo, le digo a mi Custodio que si escribo es con el fin de que sirva para algo. Y, aunque no diga más que bobadas, nadie puede quitarme —ni quitarle— el rato que he pasado pidiendo lo que sé que más necesita el alma a quien va dirigida mi carta».

Es condición humana tener en poco lo que poco cuesta. —Esa es la razón de que te aconseje el «apostolado de no dar».

Nunca dejes de cobrar lo que sea equitativo y razonable por el ejercicio de tu profesión, si tu profesión es el instrumento de tu apostolado.

Referencias a la Sagrada Escritura