Lista de puntos

Hay 10 puntos en «Camino» cuya materia es Sencillez.

No me seas tan... susceptible. —Te hieres por cualquier cosa. —Se hace necesario medir las palabras para hablar contigo del asunto más insignificante.

No te molestes si te digo que eres... insoportable. —Mientras no te corrijas, nunca serás útil.

Ese énfasis y ese engolamiento te sientan mal: se ve que son postizos. —Prueba, al menos, a no emplearlos ni con tu Dios, ni con tu director, ni con tus hermanos: y habrá, entre ellos y tú, una barrera menos.

¡Todavía los escrúpulos! —Habla con sencillez y claridad a tu Director.

Obedece... y no empequeñezcas el Corazón amorosísimo del Señor.

Me has escrito: «La sencillez es como la sal de la perfección. Y es lo que a mí me falta. Quiero lograrla, con la ayuda de Él y de usted».

—Ni la de Él ni la mía te faltará. —Pon los medios.

Naturalidad. —Que vuestra vida de caballeros cristianos, de mujeres cristianas —vuestra sal y vuestra luz— fluya espontáneamente, sin rarezas, ni ñoñerías: llevad siempre con vosotros nuestro espíritu de sencillez.

No olvides tus oraciones de niño, aprendidas quizá de labios de tu madre. —Recítalas cada día con sencillez, como entonces.

Sé pequeño, muy pequeño. —No tengas más que dos años de edad, tres a lo sumo. —Porque los niños mayores son unos pícaros que ya quieren engañar a sus padres con inverosímiles mentiras.

Es que tienen la maldad, el «fomes» del pecado, pero les falta la experiencia del mal, que les dará la ciencia de pecar, para cubrir con apariencia de verdad lo falso de sus engaños.

Han perdido la sencillez, y la sencillez es indispensable para ser chicos delante de Dios.

Mira: los Apóstoles, con todas sus miserias patentes e innegables, eran sinceros, sencillos..., transparentes.

Tú también tienes miserias patentes e innegables. —Ojalá no te falte sencillez.

En el trabajo apostólico no se ha de perdonar la desobediencia, ni la doblez. —Ten en cuenta que sencillez no es imprudencia, ni indiscreción.

Deja ese «aire de suficiencia» que aísla de la tuya a las almas que se te acercan. —Escucha. Y habla con sencillez: sólo así crecerá en extensión y fecundidad tu trabajo de apóstol.