Lista de puntos

Hay 12 puntos en «Camino» cuya materia es Conocimiento propio .

No digas: «Es mi genio así..., son cosas de mi carácter». Son cosas de tu falta de carácter: Sé varón —«esto vir».

Te empeñas en ser mundano, frívolo y atolondrado porque eres cobarde. ¿Qué es, sino cobardía, ese no querer enfrentarte contigo mismo?

Eres curioso y preguntón, oliscón y ventanero: ¿no te da vergüenza ser, hasta en los defectos, tan poco masculino? —Sé varón: y esos deseos de saber de los demás trócalos en deseos y realidades de propio conocimiento.

Conviene que conozcas esta doctrina segura: el espíritu propio es mal consejero, mal piloto, para dirigir el alma en las borrascas y tempestades, entre los escollos de la vida interior.

Por eso es Voluntad de Dios que la dirección de la nave la lleve un Maestro, para que, con su luz y conocimiento, nos conduzca a puerto seguro.

Tú —piensas— tienes mucha personalidad: tus estudios —tus trabajos de investigación, tus publicaciones—, tu posición social —tus apellidos—, tus actuaciones políticas —los cargos que ocupas—, tu patrimonio..., tu edad, ¡ya no eres un niño!...

Precisamente por todo eso necesitas más que otros un Director para tu alma.

¿Por qué ese reparo de verte tú mismo y de hacerte ver por tu Director tal como en realidad eres?

Habrás ganado una gran batalla si pierdes el miedo a darte a conocer.

Agradece, como un favor muy especial, ese santo aborrecimiento que sientes de ti mismo.

Tu mayor enemigo eres tú mismo.

Distraerte. —¡Necesitas distraerte!..., abriendo mucho tus ojos para que entren bien las imágenes de las cosas, o cerrándolos casi, por exigencia de tu miopía...

¡Ciérralos del todo!: ten vida interior, y verás, con color y relieve insospechados, las maravillas de un mundo mejor, de un mundo nuevo: y tratarás a Dios..., y conocerás tu miseria..., y te endiosarás... con un endiosamiento que, al acercarte a tu Padre, te hará más hermano de tus hermanos los hombres.

Echa lejos de ti esa desesperanza que te produce el conocimiento de tu miseria. —Es verdad: por tu prestigio económico, eres un cero..., por tu prestigio social, otro cero..., y otro por tus virtudes, y otro por tu talento...

Pero, a la izquierda de esas negaciones, está Cristo... Y ¡qué cifra inconmensurable resulta!

Cuanto más me exalten, Jesús mío, humíllame más en mi corazón, haciéndome saber lo que he sido y lo que seré, si tú me dejas.

No olvides que eres... el depósito de la basura. —Por eso, si acaso el Jardinero divino echa mano de ti, y te friega y te limpia... y te llena de magníficas flores..., ni el aroma ni el color, que embellecen tu fealdad, han de ponerte orgulloso.

—Humíllate: ¿no sabes que eres el cacharro de los desperdicios?

Referencias a la Sagrada Escritura