Lista de puntos

Hay 3 puntos en «Cartas I» cuya materia es Apostolado → espíritu universal, sin discriminaciones.

No alcanzo a ver cómo se pueda vivir según el corazón de Jesucristo, y no sentirse enviado, como Él, peccatores salvos facere84, para salvar a todos los pecadores. La actitud del cristiano, por tanto, no puede ser distinta de la que señala San Pablo: recomiendo, pues, ante todas las cosas, que se hagan súplicas, oraciones, peticiones y acciones de gracias por todos los hombres… Porque ésta es una cosa buena y agradable a los ojos de Dios Salvador Nuestro, el cual quiere que todos los hombres se salven y vengan en conocimiento de la verdad85.

El mismo San Pablo nos ofrece su ejemplo personal para practicar esta doctrina: híceme flaco para los flacos, para ganar a los flacos; híceme todo para todos, para salvar a todos86. Este es, hijas e hijos míos, el espíritu que os he enseñado a ejercitar. Un espíritu que es manifestación bien real de diversidad práctica, de espíritu abierto, de disponibilidad sin límites.

Esta doctrina me la ha dado Dios, para que os la dé a vosotros: y la habéis de vivir siempre con vuestro trabajo en tantas tareas humanas, que se desarrollarán con el tiempo en todos los rincones de la tierra, para contribuir a promover la unidad verdadera, el trato sincero de todos los hombres.

El Señor nos ha llamado a su Obra, para que difundamos por toda la tierra su mensaje de amor infinito. No hay un alma que pueda quedar excluida de nuestra caridad. Cuando el cristiano comprende y vive la catolicidad de la Iglesia, cuando advierte la urgencia de anunciar la nueva de salvación a todas las criaturas, sabe que ha de hacerse todo para todos, para salvarlos a todos23.

Y nuestro deseo apostólico se convierte efectivamente en vida; empieza por lo que tiene a su alcance, por el quehacer ordinario de cada día, y poco a poco extiende en círculos concéntricos su afán de mies: en el seno de la familia, en el lugar de trabajo; en la sociedad civil, en la cátedra de cultura, en la asamblea política, entre todos sus conciudadanos de cualquier condición social que sean; llega hasta las relaciones entre los pueblos, abarca en su amor razas, continentes, civilizaciones diversísimas.

Pero el apóstol ha de empezar a hacer su labor divina en lo que tiene a su lado, sin agotar su celo en fantasías, o en ojalás. Y ése es el consejo que os doy. Llegará el día, en el que podréis poner en práctica vuestros deseos de amor y de apostolado entre gentes de toda la tierra. Ahora, hijas e hijos míos, la Obra está naciendo y os veis materialmente reducidos a unos ámbitos limitados, pero el espíritu es universal y seremos también universales de hecho: nuestra empresa sobrenatural no conoce fronteras.

Espíritu universal

Este es nuestro espíritu, y lo demostraremos siempre abriendo las puertas de nuestras casas a personas de todas las ideologías y de todas las condiciones sociales, sin distinción ninguna, con el corazón y los brazos dispuestos a acoger a todos. No tenemos la misión de juzgar, sino el deber de tratar fraternalmente a todos los hombres.

No hay un alma que excluyamos de nuestra amistad, y ninguno se debe acercar a la Obra de Dios y marcharse vacío: todos han de sentirse queridos, comprendidos, tratados con afecto. Al último pobrecillo que esté ahora en el rincón más escondido del mundo, haciendo mal, le quiero también y, con la gracia de Dios, daría mi vida por salvar su alma.

Con la mente clara, con la formación que recibís, sabréis en cada caso qué es lo esencial, qué es aquello en lo que no se puede ceder. Estaréis también en condiciones de discernir esas otras cosas que algunos tienen como inmutables, cuando no son más que el producto de una época o de unas determinadas costumbres: y ese discernimiento os facilitará la disposición de ceder gustosamente. Y cederéis también −cuando estén en juego las almas− en lo que todavía es más opinable, que es casi todo.

Insisto, sin embargo, en que no debéis dejaros engañar por falsas compasiones. Muchos que parecen movidos por deseos de comunicar la verdad, ceden en cosas que son intangibles, y llaman comprensión con los equivocados, a lo que sólo es una crítica negativa, a veces brutal y despiadada, de la doctrina de nuestra Madre la Iglesia. Tampoco dejéis de comprenderlos, pero defended al mismo tiempo la verdad, con calma, con mesura, con firmeza, aunque cuando lo hagáis no falten algunos que os acusen de hacer apologías.

Notas
84

1 Tm 1,15.

85

1 Tm 2,1-4.

86

1 Co 9,22.

Referencias a la Sagrada Escritura
Notas
23

1 Co 9,22.

Referencias a la Sagrada Escritura