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No alcanzo a ver cómo se pueda vivir según el corazón de Jesucristo, y no sentirse enviado, como Él, peccatores salvos facere84, para salvar a todos los pecadores. La actitud del cristiano, por tanto, no puede ser distinta de la que señala San Pablo: recomiendo, pues, ante todas las cosas, que se hagan súplicas, oraciones, peticiones y acciones de gracias por todos los hombres… Porque ésta es una cosa buena y agradable a los ojos de Dios Salvador Nuestro, el cual quiere que todos los hombres se salven y vengan en conocimiento de la verdad85.

El mismo San Pablo nos ofrece su ejemplo personal para practicar esta doctrina: híceme flaco para los flacos, para ganar a los flacos; híceme todo para todos, para salvar a todos86. Este es, hijas e hijos míos, el espíritu que os he enseñado a ejercitar. Un espíritu que es manifestación bien real de diversidad práctica, de espíritu abierto, de disponibilidad sin límites.

Esta doctrina me la ha dado Dios, para que os la dé a vosotros: y la habéis de vivir siempre con vuestro trabajo en tantas tareas humanas, que se desarrollarán con el tiempo en todos los rincones de la tierra, para contribuir a promover la unidad verdadera, el trato sincero de todos los hombres.

Notas
84

1 Tm 1,15.

85

1 Tm 2,1-4.

86

1 Co 9,22.

Referencias a la Sagrada Escritura
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