Lista de puntos

Hay 4 puntos en «Cartas II» cuya materia es Obra de San Rafael → visitas a los pobres.

Los pobres de la Virgen. También comenzó esta delicadeza de caridad muy pronto, con los primeros pasos de la Obra. Declina pauperi sine tristitia aurem tuam…, et responde illi pacifica in mansuetudine31; escucha gustosamente al pobre… y háblale siempre con mansedumbre y con palabras de paz.

Esas visitas llenas de afecto, oyéndoles con cariño, llevándoles unas palabras amables –cristianas, fraternales– y alguna pequeña cosa de las que de ordinario no gozan, es una finura de caridad espiritual, que además hace mucho bien a nuestros chicos de San Rafael.

Este contacto con la miseria o con la humana debilidad es una ocasión de la que suele valerse el Señor, para encender en un alma quién sabe qué deseos de generosas y divinas aventuras. A la vez, sensibiliza a los más jóvenes, para que tengan siempre entrañas de justicia y de caridad.

Con estas sencillas visitas no vamos a resolver ningún problema social. Explicadlo así a los chicos: se trata de llevar un pequeño regalo extraordinario que conforte a un pobre, a un enfermo, a alguno que está solo; hacer que pase un rato agradable, prestarle quizá algún pequeño servicio, y nada más.

Lo entenderán enseguida, si van teniendo vida interior; y si además saben que hacemos esto también para honrar a Nuestra Señora: Ella es madre, Madre de Dios y nuestra Madre, y conoce lo que unos corazones jóvenes quieren significar con estos mínimos actos de amor a sus hermanos necesitados.

Es una gran obra de caridad y de justicia procurar que no haya pobres, que no haya analfabetos e ignorantes. Pero siempre la caridad tendrá que actuar, porque nunca llegará la justicia a lograr, en el mundo, toda esta ventura para los hombres; y, además, siempre habrá quienes sufran la pobreza de la soledad o de la incomprensión.

Por eso, repito que son especialmente formativas las visitas a los pobres de la Virgen. Aprenden de este modo las almas a gustar el ejercicio de una caridad fraterna viva y práctica; y, al ver a otros que están material o espiritualmente necesitados, agradecen al Señor los bienes que de Él han recibido.

No tratamos tampoco con estas visitas de despertar superficiales inquietudes sociales. Se trata –ya lo he dicho– de acercar esta gente joven al prójimo necesitado. Nuestros chicos de San Rafael ven –de una manera práctica– a Jesucristo en el pobre, en el enfermo, en el desvalido, en el que padece la soledad, en el que sufre, en el niño.

Entonces dirá el Rey a los que están a su derecha: venid, benditos de mi Padre, y tomad posesión del reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre y me disteis de comer; tuve sed y me disteis de beber; peregriné y me acogisteis; estaba desnudo y me vestisteis; enfermo y me visitasteis; preso y vinisteis a verme.

Y le responderán los justos: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento y te alimentamos, sediento y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos peregrino y te acogimos, desnudo y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y fuimos a verte? Y el Rey les dirá: en verdad os digo que cuantas veces hicisteis eso a uno de mis hermanos pequeños, a mí me lo hicisteis32.

Dar siempre vida nueva a estos medios de formación

Se ha desfigurado tanto y se ha hecho tanta sátira de ciertas manifestaciones exteriores de la caridad benéfica, que a algunos les parecen arcaísmos determinadas obras propias del espíritu cristiano. Por eso quiero que entendáis bien –y que hagáis entender– el hondo significado sobrenatural y humano de estos medios, tal como los hemos vivido desde el principio.

Son una obra de misericordia, bendecida por Jesucristo: la visita al enfermo, el consuelo al afligido. No es justo que manifestaciones del auténtico espíritu cristiano queden arrinconadas, porque algunos las han convertido en gesto ostentoso y frívolo, o en sedante para sus remordimientos de conciencia.

No dejéis perecer, por rutina o por pereza, la eficacia divina de estos medios tan cristianos. Dadles siempre vigor nuevo, haciendo comprender que no se trata de un gesto pasado de moda, sino de un acto valioso y entrañable, que debe llevar a conclusiones operativas. Enseñad, pues, el gran valor sobrenatural de esos actos pequeños, que ayudan a ganar el cielo y dan la felicidad en la tierra.

Tened presente que, cualesquiera que sean las circunstancias del país, siempre podremos practicar esta afectuosa caridad: pauperes enim semper habetis vobiscum33; siempre habrá pobres, siempre habrá alguien más necesitado –aunque se logre que la mayoría del pueblo tenga un mínimo de bienestar material–, que reciba con alegría un pequeño obsequio extraordinario, algo que ordinariamente no puede permitirse, y que es, de modo especial, como el vehículo por el que le llega un poco de delicadeza y de fraterna compañía.

Me atrevo a decir que, cuando las circunstancias sociales parecen haber despejado de un ambiente la miseria, la pobreza o el dolor, precisamente entonces se hace más urgente esta agudeza de la caridad cristiana, que sabe adivinar dónde hay necesidad de consuelo, en medio del aparente bienestar general.

La generalización de los remedios sociales contra las plagas del sufrimiento o de la indigencia –que hacen posible hoy alcanzar resultados humanitarios, que en otros tiempos ni se soñaban–, no podrá suplantar nunca, porque esos remedios sociales están en otro plano, la ternura eficaz –humana y sobrenatural– de este contacto inmediato, personal, con el prójimo: con aquel pobre de un barrio cercano, con aquel otro enfermo que vive su dolor en un hospital inmenso; o con aquella otra persona –rica, quizá– que necesita un rato de afectuosa conversación, una amistad cristiana para su soledad, un amparo espiritual que remedie sus dudas y sus escepticismos.

Quizá en ambientes donde predomine un sentido materialista, esto no se entienda; por eso os decía antes que –entenderlo– requiere un mínimo de vida interior, de visión cristiana, de amor a Dios y al prójimo.

Notas
31

Si 4,8.

Referencias a la Sagrada Escritura
Notas
32

Mt 25,34-40.

Referencias a la Sagrada Escritura
Notas

“Deteriores”: de calidad inferior, es decir, las obras de caridad peor realizadas (N. del E.).

Notas
33

Jn 12,8.

Referencias a la Sagrada Escritura