Lista de puntos

Sería una falsa caridad, diabólica, mentirosa caridad, ceder en cuestiones de fe. «Fortes in fide» —fuertes en la fe, firmes, como exige San Pedro.

—No es fanatismo, sino sencillamente vivir la fe: no entraña desamor para nadie. Cedemos en todo lo accidental, pero en la fe no cabe ceder: no podemos dar el aceite de nuestras lámparas, porque luego viene el Esposo y las encuentra apagadas.

Ama y practica la caridad, sin límites y sin discriminaciones, porque es la virtud que nos caracteriza a los discípulos del Maestro.

—Sin embargo, esa caridad no puede llevarte —dejaría de ser virtud— a amortiguar la fe, a quitar las aristas que la definen, a dulcificarla hasta convertirla, como algunos pretenden, en algo amorfo que no tiene la fuerza y el poder de Dios.

Ten siempre el valor, que es humildad y servicio de Dios, de presentar las verdades de la fe tal como son, sin cesiones ni ambigüedades.

¡Agradece a Jesús la seguridad que te da! Porque no es tozudez: es luz de Dios, que te hace encontrarte firme, como sobre roca, cuando otros, a quienes toca hacer un triste papel —siendo tan buenos—, parecen hundirse en la arena…, faltos del fundamento de la fe.

Pide al Señor que las exigencias de la virtud de la fe se cumplan en tu vida y en la de todos.

Tú, por cristiano, dentro de los límites del dogma y de la moral, puedes ceder en todo lo tuyo, y cederlo de todo corazón…: pero, en lo que es de Jesucristo, ¡no puedes ceder!

Cuando pierdes la calma y te pones nervioso, es como si quitaras razón a tu razón.

En esos momentos, se vuelve a oír la voz del Maestro a Pedro, que se hunde en las aguas de su falta de paz y de sus nervios: "¿por qué has dudado?"

Trata con afecto, con cariño —¡con caridad cristiana!— al que yerra, pero sin admitir componendas en lo que vaya contra nuestra santa Fe.

No se puede ceder en lo que es de fe: pero no olvides que, para decir la verdad, no hace falta maltratar a nadie.