Lista de puntos
Acostúmbrate a dar gracias anticipadas a los Angeles Custodios…, para obligarles más.
Aquella mañana —para superar la sombra de pesimismo que te asaltaba— también insististe, como haces a diario…, pero te "metiste" más con tu Angel. Le echaste piropos y le dijiste que te enseñara a amar a Jesús, siquiera, siquiera, como le ama él… Y te quedaste tranquilo.
A tu Madre María, a San José, a tu Angel Custodio… ruégales que hablen al Señor, diciéndole lo que, por tu torpeza, tú no sabes expresar.
Cuando tengas alguna necesidad, alguna contradicción —pequeña o grande—, invoca a tu Angel de la Guarda, para que la resuelva con Jesús o te haga el servicio de que se trate en cada caso.
Acostúmbrate a encomendar a cada una de las personas que tratas a su Angel Custodio, para que le ayude a ser buena y fiel, y alegre; para que pueda recibir, a su tiempo, el eterno abrazo de Amor de Dios Padre, de Dios Hijo, de Dios Espíritu Santo y de Santa María.
Documento imprimido desde https://escriva.org/es/book-subject/forja/28/ (30/04/2024)