Lista de puntos

Hay 5 puntos en «Surco» cuya materia es Eucaristía → presencia real .

“Esto es mi Cuerpo…”, y Jesús se inmoló, ocultándose bajo las especies de pan. Ahora está allí, con su Carne y con su Sangre, con su Alma y con su Divinidad: lo mismo que el día en el que Tomás metió los dedos en sus Llagas gloriosas.

Sin embargo, en tantas ocasiones, tú cruzas de largo, sin esbozar ni un breve saludo de simple cortesía, como haces con cualquier persona conocida que encuentras al paso.

—¡Tienes bastante menos fe que Tomás!

Si, para liberarte, hubieran encarcelado a un íntimo amigo tuyo, ¿no procurarías ir a visitarle, a charlar un rato con él, a llevarle obsequios, calor de amistad, consuelo?… Y, ¿si esa charla con el encarcelado fuese para salvarte a ti de un mal y procurarte un bien…, la abandonarías? Y, ¿si, en vez de un amigo, se tratase de tu mismo padre o de tu hermano?

—¡Entonces!

¡Jesús se ha quedado en la Hostia Santa por nosotros!: para permanecer a nuestro lado, para sostenernos, para guiarnos. —Y amor únicamente con amor se paga.

—¿Cómo no habremos de acudir al Sagrario, cada día, aunque sólo sea por unos minutos, para llevarle nuestro saludo y nuestro amor de hijos y de hermanos?

¿Has visto la escena? —Un sargento cualquiera o un alferecillo con poco mando…; de frente, se acerca un recluta bien plantado, de incomparables mejores condiciones que los oficiales, y no falta el saludo ni la contestación.

Medita en el contraste. —Desde el Sagrario de esa iglesia, Cristo —perfecto Dios, perfecto Hombre—, que ha muerto por ti en la Cruz, y que te da todos los bienes que necesitas…, se te acerca. Y tú, pasas sin fijarte.

¡El corazón! De vez en cuando, sin poder evitarlo, se proyecta una sombra de luz humana, un recuerdo torpe, triste, “pueblerino”…

—Acude enseguida al Sagrario, física o espiritualmente: y tornarás a la luz, a la alegría, a la Vida.