Lista de puntos
Cuando pienses en la muerte, a pesar de tus pecados, no tengas miedo… Porque El ya sabe que le amas…, y de qué pasta estás hecho.
—Si tú le buscas, te acogerá como el padre al hijo pródigo: ¡pero has de buscarle!
¡No me hagas de la muerte una tragedia!, porque no lo es. Sólo a los hijos desamorados no les entusiasma el encuentro con sus padres.
Si alguna vez te intranquiliza el pensamiento de nuestra hermana la muerte, porque ¡te ves tan poca cosa!, anímate y considera: ¿qué será ese Cielo que nos espera, cuando toda la hermosura y la grandeza, toda la felicidad y el Amor infinitos de Dios se viertan en el pobre vaso de barro que es la criatura humana, y la sacien eternamente, siempre con la novedad de una dicha nueva?
El pensamiento de la muerte te ayudará a cultivar la virtud de la caridad, porque quizá ese instante concreto de convivencia es el último en que coincides con éste o con aquél…: ellos o tú, o yo, podemos faltar en cualquier momento.
Me hizo meditar aquella noticia: cincuenta y un millones de personas fallecen al año; noventa y siete al minuto. El pescador —ya lo dijo el Maestro— echa sus redes al mar, el Reino del Cielo es semejante a una red barredera…, y de ahí serán escogidos los buenos; los malos, los que no reúnen condiciones, ¡desechados para siempre! Cincuenta y un millones mueren al año, noventa y siete al minuto: díselo también a otros.
Si el tiempo fuera solamente oro…, podrías perderlo quizá. —Pero el tiempo es vida, y tú no sabes cuánta te queda.
Documento imprimido desde https://escriva.org/es/book-subject/surco/1740/ (08/05/2024)