Lista de puntos

Hay 9 puntos en «Surco» cuya materia es Responsabilidad → en la labor de gobierno.

Los hombres mediocres, mediocres en cabeza y en espíritu cristiano, cuando se alzan en autoridad, se rodean de necios: su vanidad les persuade, falsamente, de que así nunca perderán el dominio.

Los discretos, en cambio, se rodean de doctos —que añadan al saber la limpieza de vida—, y los transforman en hombres de gobierno. No les engaña su humildad, pues —al engrandecer a los demás— se engrandecen ellos.

No es prudente elevar a hombres inéditos hasta una labor importante de dirección, para ver qué sale. —¡Como si el bien común pudiera depender de una caja de sorpresas!

¿Constituido en autoridad, y obras por el qué dirán los hombres? —¡Vejestorio! —Primero, te ha de importar el qué dirá Dios; luego —muy en segundo término, y a veces nunca—, habrás de ponderar lo que puedan pensar los demás. “A todo aquél —dice el Señor— que me reconociere delante de los hombres, yo también le reconoceré delante de mi Padre, que está en los cielos. Mas a quien me negare delante de los hombres, yo también le negaré delante de mi Padre, que está en los cielos”.

Tú, que ocupas un puesto de responsabilidad, al ejercer tu tarea, recuerda: lo que es personal, perece con la persona que se hizo imprescindible.

Una norma fundamental de buen gobierno: repartir responsabilidades, sin que esto signifique buscar comodidad o anonimato. Insisto, repartir responsabilidades: pidiendo a cada uno cuentas de su encargo, para poder “rendir cuentas” a Dios; y a las almas, si es preciso.

Al resolver los asuntos, procura no exagerar nunca la justicia hasta olvidarte de la caridad.

La resistencia de una cadena se mide por su eslabón más débil.

No digas de ninguno de tus subordinados: no vale.

—Eres tú el que no vale: porque no sabes colocarlo en el sitio donde puede funcionar.

Rechaza la ambición de honores; contempla, en cambio, los instrumentos, los deberes y la eficacia. —Así, no ambicionarás los cargos y, si llegan, los mirarás en su justa medida: cargas en servicio a las almas.

Referencias a la Sagrada Escritura