Lista de puntos

Hay 8 puntos en «Surco» cuya materia es Reciedumbre.

Deber de cada cristiano es llevar la paz y la felicidad por los distintos ambientes de la tierra, en una cruzada de reciedumbre y de alegría, que remueva hasta los corazones mustios y podridos, y los levante hacia El.

El Señor necesita almas recias y audaces, que no pacten con la mediocridad y penetren con paso seguro en todos los ambientes.

De las mismas piedras puede el Señor sacar hijos de Abraham… Pero hemos de procurar que la piedra no sea deleznable. De un pedrejón sólido, aunque sea informe, puede labrarse más fácilmente un sillar estupendo.

¿Verdad que te ha producido compasión el niño mimado? —Pues, entonces…: ¡no te trates tan bien! ¿No comprendes que te vas a volver blanducho?

—Además: ¿no sabes que las flores de mejor aroma son las silvestres, las expuestas a la intemperie y a la sequía?

La fachada es de energía y reciedumbre. —Pero ¡cuánta flojera y falta de voluntad por dentro!

—Fomenta la decisión de que tus virtudes no se transformen en disfraz, sino en hábitos que definan tu carácter.

La gente blandengue, la que se queja de mil pequeñeces ridículas, es la que no sabe sacrificarse en esas minucias diarias por Jesús…, y mucho menos por los demás.

¡Qué vergüenza si tu comportamiento —¡tan duro, tan exigente con los otros!— adolece de esa blandenguería en tu quehacer cotidiano!

Cuando tu voluntad flaquee ante el trabajo habitual, recuerda una vez más aquella consideración: “el estudio, el trabajo, es parte esencial de mi camino. El descrédito profesional —consecuencia de la pereza— anularía o haría imposible mi labor de cristiano. Necesito —así lo quiere Dios— el ascendiente del prestigio profesional, para atraer y ayudar a los demás”.

—No lo dudes: si abandonas tu tarea, ¡te apartas —y apartas a otros— de los planes divinos!

Te asustaba el camino de los hijos de Dios porque, en nombre del Señor, te urgían a cumplir, a negarte, a salir de tu torre de marfil. Te excusaste…, y te confieso que no me extraña nada esa carga, que te pesa: un conjunto de complejos y retorcimientos, de melindres y escrúpulos, que te deja inútil.

No te enfades si te digo que te has portado con menos entereza —como si fueras peor o inferior— que la gente depravada, pregonera audaz del mal.

«Surge et ambula!» —levántate y camina, ¡decídete!, ¡todavía puedes liberarte de ese fardo nefasto si, con la gracia de Dios, oyes lo que El pide y, sobre todo, si le secundas plenamente y de buen grado!

Referencias a la Sagrada Escritura
Referencias a la Sagrada Escritura