"Donde hay caridad y amor, allí está Dios", canta el himno litúrgico. Y así pudo anotar aquella alma: "es un tesoro grande y maravilloso este amor fraternal, que no se queda sólo en un consuelo necesario muchas veces, sino que transmite la seguridad de tener a Dios cerca, y se manifiesta por la caridad de los que nos rodean y con los que nos rodean".