Lista de puntos

Hay 10 puntos en «Camino» cuya materia es Gracia divina  → naturaleza y efectos.

No ocultes a tu Director esas insinuaciones del enemigo. —Tu victoria, al hacer la confidencia, te da más gracia de Dios. —Y además tienes ahora, para seguir venciendo, el don de consejo y las oraciones de tu padre espiritual.

Tristeza, apabullamiento. No me extraña: es la nube de polvo que levantó tu caída. Pero, ¡basta!: ¿acaso el viento de la gracia no llevó lejos esa nube?

Después, tu tristeza —si no la rechazas— bien podría ser la envoltura de tu soberbia. —¿Es que te creías perfecto e impecable?

Nada hay mejor en el mundo que estar en gracia de Dios.

«Quia hic homo coepit aedificare et non potuit consummare!» —¡comenzó a edificar y no pudo terminar!

Triste comentario, que, si no quieres, no se hará de ti: porque tienes todos los medios para coronar el edificio de tu santificación: la gracia de Dios y tu voluntad.

Deja que se vierta tu corazón en efusiones de Amor y de agradecimiento al considerar cómo la gracia de Dios te saca libre cada día de los lazos que te tiende el enemigo.

¡Ánimo! Tú... puedes. —¿Ves lo que hizo la gracia de Dios con aquel Pedro dormilón, negador y cobarde..., con aquel Pablo perseguidor, odiador y pertinaz?

Pide humildemente al Señor que te aumente la fe. —Y luego, con nuevas luces, juzgarás bien las diferencias entre las sendas del mundo y tu camino de apóstol.

No te turbes si al considerar las maravillas del mundo sobrenatural sientes la otra voz —íntima, insinuante— del hombre viejo.

Es «el cuerpo de muerte», que clama por sus fueros perdidos... Te basta la gracia: sé fiel y vencerás.

¡Bienaventuradas malaventuras de la tierra! —Pobreza, lágrimas, odios, injusticia, deshonra... Todo lo podrás en Aquel que te confortará.

Nuestra voluntad, con la gracia, es omnipotente delante de Dios. —Así, a la vista de tantas ofensas para el Señor, si decimos a Jesús con voluntad eficaz, al ir en el tranvía por ejemplo: «Dios mío, querría hacer tantos actos de amor y de desagravio como vueltas da cada rueda de este coche», en aquel mismo instante delante de Jesús realmente le hemos amado y desagraviado según era nuestro deseo.

Esta «bobería» no se sale de la infancia espiritual: es el diálogo eterno entre el niño inocente y el padre chiflado por su hijo:

—¿Cuánto me quieres? ¡Dilo!—Y el pequeñín silabea: ¡Mu-chos mi-llo-nes!

Referencias a la Sagrada Escritura
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