Lista de puntos

Hay 8 puntos en «Camino» cuya materia es Humildad → instrumentos en las manos de Dios.

Te reconoces miserable. Y lo eres. —A pesar de todo —más aún: por eso— te buscó Dios.

—Siempre emplea instrumentos desproporcionados: para que se vea que la «obra» es suya.

—A ti sólo te pide docilidad.

¿Por qué dejas esos rincones en tu corazón? —Mientras no te des tú del todo, es inútil que pretendas llevarle a otro.

—Pobre instrumento eres.

Sé instrumento: de oro o de acero, de platino o de hierro..., grande o chico, delicado o tosco...

—Todos son útiles: cada uno tiene su misión propia. Como en lo material: ¿quién se atreverá a decir que es menos útil el serrucho del carpintero que las pinzas del cirujano?

—Tu deber es ser instrumento.

Bien. ¿Y qué? —No entiendo cómo te puedes retraer de esa labor de almas —si no es por oculta soberbia: te crees perfecto—, porque el fuego de Dios que te atrajo, además de la luz y del calor que te entusiasman, dé a veces el humo de la flaqueza de los instrumentos.

Trabajo... hay. —Los instrumentos no pueden estar mohosos. —Normas hay también para evitar el moho y la herrumbre. —Basta ponerlas en práctica.

Ya puedes desechar esos pensamientos de orgullo: eres lo que el pincel en manos del artista. —Y nada más.

—Dime para qué sirve un pincel, si no deja hacer al pintor.

Obedeced, como en manos del artista obedece un instrumento —que no se para a considerar por qué hace esto o lo otro—, seguros de que nunca se os mandará cosa que no sea buena y para toda la gloria de Dios.

Me han dicho que tienes «gracia», «gancho», para atraer almas a tu camino.

Agradécele a Dios ese don: ¡ser instrumento para buscar instrumentos!