Lista de puntos

Hay 12 puntos en «Camino» cuya materia es Fraternidad.

Ese espíritu crítico —te concedo que no es susurración— no debes ejercitarlo con vuestro apostolado, ni con tus hermanos. —Ese espíritu crítico, para vuestra empresa sobrenatural —¿me perdonas que te lo diga?— es un gran estorbo, porque mientras examinas la labor de los otros, sin que tengas por qué examinar nada —con absoluta elevación de miras: te lo concedo—, tú no haces obra positiva alguna y enmoheces, con tu ejemplo de pasividad, la buena marcha de todos.

«Entonces —preguntas, inquieto— ¿ese espíritu crítico, que es como sustancia de mi carácter...?»

Mira —te tranquilizaré—, toma una pluma y una cuartilla: escribe sencilla y confiadamente —¡ah!, y brevemente— los motivos que te torturan, entrega la nota al superior, y no pienses más en ella. —Él, que hace cabeza —tiene gracia de estado—, archivará la nota... o la echará en el cesto de los papeles. —Para ti, como tu espíritu crítico no es susurración y lo ejercitas con elevadas miras, es lo mismo.

Si sientes impulsos de ser caudillo, tu aspiración será: con tus hermanos, el último; con los demás, el primero.

Vamos a ver, ¿qué injuria se te hace a ti porque aquel o el otro tengan más confianza con determinadas personas, a quienes conocieron antes o por quienes sienten más afinidades de simpatía, de profesión, de carácter?

—Sin embargo, entre los tuyos, evita cuidadosamente aun la apariencia de una amistad particular.

Nunca hables mal de tu hermano, aunque tengas sobrados motivos. —Ve primero al Sagrario, y luego ve al Sacerdote, tu padre, y desahoga también tu pena con él.

—Y con nadie más.

Después de ver en qué se emplean, ¡íntegras!, muchas vidas (lengua, lengua, lengua con todas sus consecuencias), me parece más necesario y más amable el silencio. —Y entiendo muy bien que pidas cuenta, Señor, de la palabra ociosa.

«Frater qui adjuvatur a fratre quasi civitas firma» —El hermano ayudado por su hermano es tan fuerte como una ciudad amurallada.

—Piensa un rato y decídete a vivir la fraternidad que siempre te recomiendo.

Si no te veo practicar la bendita fraternidad, que de continuo te predico, te recordaré aquellas palabras entrañables de San Juan: «Filioli mei, non diligamus verbo neque lingua, sed opere et veritate» —Hijitos míos, no amemos con la palabra o con la lengua, sino con obras y de verdad.

¡Poder de la caridad! —Vuestra mutua flaqueza es también apoyo que os sostiene derechos en el cumplimiento del deber si vivís vuestra fraternidad bendita: como mutuamente se sostienen, apoyándose, los naipes.

¿Ves? Un hilo y otro y muchos, bien trenzados, forman esa maroma capaz de alzar pesos enormes.

—Tú y tus hermanos, unidas vuestras voluntades para cumplir la de Dios, seréis capaces de superar todos los obstáculos.

Tendrás más facilidad para cumplir tu deber al pensar en la ayuda que te prestan tus hermanos y en la que dejas de prestarles, si no eres fiel.

En tu empresa de apostolado no temas a los enemigos de fuera, por grande que sea su poder. —Este es el enemigo imponente: tu falta de «filiación» y tu falta de «fraternidad».

Entiendo bien que te diviertan los desprecios que te hacen —aunque vengan de enemigos poderosos—, mientras sientas la unión con tu Dios y con tus hermanos de apostolado. —¿A ti, qué?

Referencias a la Sagrada Escritura
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