Lista de puntos

Hay 8 puntos en «Camino» cuya materia es Pecado → penitencia.

Si han sido testigos de tus debilidades y miserias, ¿qué importa que lo sean de tu penitencia?

Entierra con la penitencia, en el hoyo profundo que abra tu humildad, tus negligencias, ofensas y pecados. —Así entierra el labrador, al pie del árbol que los produjo, frutos podridos, ramillas secas y hojas caducas. —Y lo que era estéril, mejor, lo que era perjudicial, contribuye eficazmente a una nueva fecundidad.

Aprende a sacar, de las caídas, impulso: de la muerte, vida.

No pidas a Jesús perdón tan sólo de tus culpas: no le ames con tu corazón solamente...

Desagráviale por todas las ofensas que le han hecho, le hacen y le harán..., ámale con toda la fuerza de todos los corazones de todos los hombres que más le hayan querido.

Sé audaz: dile que estás más loco por Él que María Magdalena, más que Teresa y Teresita..., más chiflado que Agustín y Domingo y Francisco, más que Ignacio y Javier.

¡Cómo lloró, al pie del altar, aquel joven Sacerdote santo que mereció martirio, porque se acordaba de un alma que se acercó en pecado mortal a recibir a Cristo!

—¿Así le desagravias tú?

No te duela que vean tus faltas; la ofensa de Dios y la desedificación que puedas ocasionar, eso te ha de doler.

—Por lo demás, que sepan cómo eres y te desprecien. —No te cause pena ser nada, porque así Jesús tiene que ponerlo todo en ti.

Jesús... callado. —«Jesus autem tacebat». —¿Por qué hablas tú, para consolarte o para sincerarte?

Calla. —Busca la alegría en los desprecios: siempre te harán menos de los que mereces.

—¿Puedes tú, acaso, preguntar: «Quid enim mali feci?» —¿qué mal he hecho?

Niño, enciéndete en deseos de reparar las enormidades de tu vida de adulto.

Cuando un alma de niño hace presentes al Señor sus deseos de indulto, debe estar segura de que verá pronto cumplidos esos deseos: Jesús arrancará del alma la cola inmunda, que arrastra por sus miserias pasadas; quitará el peso muerto, resto de todas las impurezas, que le hace pegarse al suelo; echará lejos del niño todo el lastre terreno de su corazón para que suba hasta la Majestad de Dios, a fundirse en la llamarada viva de Amor, que es Él.

Referencias a la Sagrada Escritura