Lista de puntos

Hay 5 puntos en «Camino» cuya materia es Reciedumbre → necesaria para el apostolado.

Voluntad. Es una característica muy importante. No desprecies las cosas pequeñas, porque en el continuo ejercicio de negar y negarte en esas cosas —que nunca son futilidades, ni naderías— fortalecerás, virilizarás, con la gracia de Dios, tu voluntad, para ser muy señor de ti mismo, en primer lugar. Y, después, guía, jefe, ¡caudillo!..., que obligues, que empujes, que arrastres, con tu ejemplo y con tu palabra y con tu ciencia y con tu imperio.

¿Contemporizar? —Es palabra que sólo se encuentra —¡hay que contemporizar!— en el léxico de los que no tienen gana de lucha —comodones, cucos o cobardes—, porque de antemano se saben vencidos.

Tu reciedumbre, para defender el espíritu y las normas del apostolado en que trabajas, no debe flaquear por falsa humildad. —Esa reciedumbre no es soberbia: es virtud cardinal de fortaleza.

¡Caudillos!... Viriliza tu voluntad para que Dios te haga caudillo. ¿No ves cómo proceden las malditas sociedades secretas? Nunca han ganado a las masas. —En sus antros forman unos cuantos hombres-demonios que se agitan y revuelven a las muchedumbres, alocándolas, para hacerlas ir tras ellos, al precipicio de todos los desórdenes... y al infierno. —Ellos llevan una simiente maldecida.

Si tú quieres..., llevarás la Palabra de Dios, bendita mil y mil veces, que no puede faltar. Si eres generoso..., si correspondes, con tu santificación personal, obtendrás la de los demás: el reinado de Cristo: que «omnes cum Petro ad Jesum per Mariam».

¡Qué conversaciones! ¡Qué bajeza y qué... asco! —Y has de convivir con ellos, en la oficina, en la universidad, en el quirófano..., en el mundo.

Si pides por favor que callen, se te burlan. —Si haces mala cara, insisten. —Si te vas, continúan.

La solución es esta: primero, encomendarles a Dios y reparar; después..., dar la cara varonilmente y emplear «el apostolado de la mala lengua». —Cuando te vea ya te diré al oído un repertorio.