Lista de puntos

Hay 3 puntos en «Cartas I» cuya materia es Humildad → personal y colectiva.

Trabajar con naturalidad. Humildad personal. Heroísmo en la humildad colectiva

Para ser eficaces, por lo tanto, debéis trabajar con naturalidad, sin espectáculo, sin pretender llamar la atención, pasando inadvertidos, como pasa inadvertido un buen padre que educa cristianamente a sus hijos, un buen amigo que da un consejo lleno de sentido cristiano a otro amigo suyo, un industrial o un negociante que cuida de que sus obreros estén atendidos en lo espiritual y en lo material.

Debéis trabajar −por tanto− silenciosamente, pero sin misterios ni secreteos, que nunca hemos empleado y nunca emplearemos: porque no se necesitan para servir a Dios, y además repugnan a las personas que tienen claridad en la conciencia y en la conducta. Silenciosamente: con una humildad personal tan honda, que os lleve necesariamente a vivir la humildad colectiva, a no querer recibir cada uno la estimación y el aprecio que merece la Obra de Dios y la vida santa de sus hermanos.

Esta humildad colectiva −que es heroica, y que muchos no entenderán− hace que los que forman parte de la Obra pasen ocultos entre sus iguales del mundo, sin recibir aplausos por la buena semilla que siembran, porque los demás apenas se darán cuenta, ni acabarán de explicarse del todo ese bonus odor Christi79, que inevitablemente se ha de desprender de la vida de mis hijos.

Nosotros hemos de tener muy metidas, en nuestra vida de almas entregadas al servicio del Señor, aquellas palabras suyas: guardaos de hacer vuestras obras buenas en presencia de los hombres, con el fin de que os vean; de otra manera no recibiréis el galardón de vuestro Padre que está en los cielos80.

La virtud teologal de la esperanza nos da un aprecio tan grande del premio que nos ha prometido nuestro Padre Dios, que no estamos dispuestos a correr el riesgo de perderlo por falta de humildad colectiva; no queremos que a nosotros se nos apliquen, por haber buscado el aplauso de los hombres, aquellas otras palabras de Jesús: amen, dico vobis, quia receperunt mercedem suam81; recibieron ya su galardón. ¡Triste negocio!

Por eso no queremos que se nos alabe, ni que se nos pregone: queremos trabajar calladamente, con humildad, con alegría interna −servite Domino in laetitia82−, con entusiasmo apostólico que no se desvirtúa precisamente porque no se desborda en ostentación, en manifestaciones aparatosas. Queremos que haya en todas las profesiones, en todas las tareas humanas, grupos escogidos de hombres y de mujeres que, sin banderas al viento ni etiquetas llamativas, vivan santamente e influyan en sus compañeros de trabajo y en la sociedad, para el bien de las almas: ése es el afán exclusivo de la Obra.

Comprensión con todas las almas. No hacer discriminaciones. Salvar a todas las almas

Siempre os digo que hay quienes trabajan como tres, y hacen el ruido de tres mil; nosotros queremos trabajar como tres mil, haciendo el rumor de tres. No estoy diciendo nada peyorativo para nadie; respeto las opiniones contrarias a esa sencillez nuestra, en el modo de hacer el apostolado. Pero estoy convencido de que la unidad espiritual de los cristianos no necesita siempre manifestaciones externas de masas y acciones colectivas ruidosas. La unidad no se logra con congresos y vocerío, sino con la caridad y con la verdad.

Entendéis, por tanto, que la discreta reserva −nunca secreto− que os inculco, no es sino el antídoto contra el faroleo; es la defensa de una humildad que Dios quiere que sea también colectiva −de toda la Obra−, no sólo individual; es también, al mismo tiempo, instrumento de mayor eficacia en el apostolado del buen ejemplo, que cada uno personalmente desarrolla en su propio ambiente familiar, profesional, social.

Porque no podemos olvidar, hijas e hijos de mi alma, que toda nuestra vida −por llamada divina− es apostolado. De ahí nace −lo estáis experimentando vosotros, y lo experimentarán todos los hermanos vuestros que vengan después− el deseo constante de tratar a todos los hombres, de superar en la caridad de Cristo cualquier barrera.

De ahí nace en nosotros la cristiana preocupación por hacer que desaparezca cualquier forma de intolerancia, de coacción y de violencia en el trato de unos hombres con otros. También en la acción apostólica −mejor: principalmente en la acción apostólica−, queremos que no haya ni el menor asomo de coacción. Dios quiere que se le sirva en libertad y, por tanto, no sería recto un apostolado que no respetase la libertad de las conciencias.

Notas
79

Cfr. 2 Co 2,15; «bonus odor Christi»: «el buen olor de Cristo» (T. del E.).

Referencias a la Sagrada Escritura
Notas
80

Mt 6,1.

81

Mt 6,16.

82

Sal 100[99],2; «servite Domino in laetitia»: «servir al Señor con alegría» (T. del E.).

Referencias a la Sagrada Escritura