Lista de puntos

Hay 2 puntos en «Cartas I» cuya materia es Virgen Santísima .

Hijos míos, que estéis contentos. Yo lo estoy, aunque no lo debiera estar mirando mi pobre vida. Pero estoy contento, porque veo que el Señor nos busca una vez más, que el Señor sigue siendo nuestro Padre; porque sé que vosotros y yo veremos qué cosas hay que arrancar, y decididamente las arrancaremos; qué cosas hay que quemar, y las quemaremos; qué cosas hay que entregar, y las entregaremos.

Madre mía: a estos hijos y a mí, danos el don bendito de la humildad en la lucha, que nos hará sinceros; la alegría de sentirnos tan metidos en Dios, endiosados. El gozo sacrificado y sobrenatural de ver toda la pequeñez −toda la miseria, toda la debilidad de nuestra pobre naturaleza humana con sus flaquezas y defectos− dispuesta a ser fiel a la gracia del Señor, y así ser instrumento para cosas grandes.

Decid conmigo: Señor, sí, con la ayuda de Nuestra Madre del Cielo, seremos fieles, seremos humildes, y no nos olvidaremos nunca de que tenemos los pies de barro, y de que todo lo que en nosotros brilla es tuyo, es gracia, es esa divinización que nos das porque quieres, porque eres bueno: confitemini Domino quoniam bonus132; alabad al Señor, porque es bueno.

No hay tempestad que pueda hacer naufragar el corazón de la Virgen Madre de Dios. Cada uno de nosotros, al venir las tempestades, luchemos y, para estar seguros, acudamos al refugio firme del Corazón dulcísimo de María. Ella, la Virgen Santísima, es nuestra seguridad, es la Madre del Amor Hermoso, el Asiento de la Sabiduría; la Medianera de todas las gracias, la que nos llevará de la mano hasta su Hijo, Jesús.

Hijos míos: cuando estéis tristes y cuando estéis alegres; cuando vuestras miserias sean más o menos aparentes, y cuando os pesen más, acudid siempre a María, porque ella jamás nos abandonará, en este camino de servicio a su Hijo Jesús, en medio del mundo.

Santa María, Madre de Dios, Madre nuestra, que tanto sabes de las miserias de tus hijos los hombres. Santa María, Poder Suplicante: perdón por la vida nuestra; por lo que ha habido en nosotros que tenía que haber sido luz, y ha sido tinieblas; que tenía que haber sido fuerza, y ha sido flojedad; que tenía que haber sido fuego, y ha sido tibieza. Ya que conocemos la poca calidad de nuestra vida, ayúdanos a ser de otra manera, a tener contigo −como hijos tuyos− ese buen aire de familia.

Una bendición de vuestro Padre.

Madrid, 24 de marzo de 1931

Notas
132

Sal 106[105],1.

Referencias a la Sagrada Escritura