Lista de puntos

Hay 2 puntos en «Cartas II» cuya materia es Espíritu de servicio → enseñar a servir en el apostolado.

El Señor nos pide a todos una exquisita fidelidad a sus mandatos, y quiere que estemos preparados para cumplir ese deber: unusquisque proprium donum habet ex Deo, alius quidem sic, alius vero sic11; cada uno tiene de Dios su propio don, quien de una manera, quien de otra.

Por eso, porque hemos de servir, siempre os repito que para servir, es necesario servir. Para ser de utilidad al Cuerpo Místico, se precisa una recta conciencia, bien formada, que produzca frutos de buenas obras y sepa respetar la libertad de la conciencia ajena.

Necesitamos una rica vida interior, signo cierto de amistad con Dios y condición imprescindible para cualquier labor de almas; urge adquirir doctrina, y vivir de fe, para poder darla, y evitar así que las almas caigan en los errores de la ignorancia o en el pietismo, que desfigura con su devoción vana, sensiblera o supersticiosa, el rostro de la verdadera piedad.

Apostolado: preparar a otros para que sirvan generosamente

Es preciso también que –al dar esa doctrina– enseñéis a los hombres lo que significa la vocación de los hijos de la Iglesia. Ayudadles a que comprendan que su empeño mayor ha de ser el de servir, y –entre otras cosas, con el apostolado de no dar– procurad que amen la generosidad y el desprendimiento; y que comprendan que un hijo de Dios ha de trabajar por su Padre, sin esperar ventajas terrenas.

Es necesario mantener vivo el espíritu sobrenatural y el afán apostólico; hay que huir de ver falsamente, en la vida espiritual, solo una merma de la libertad; en la formación doctrinal, un montón de fórmulas ininteligibles; en el apostolado, una especie de profesión superañadida, para las horas libres.

Evitad, con vuestro ejemplo, que tantos cristianos abandonen cobardemente el trabajo en muchos campos nobles y lícitos, dejándolos en manos de los enemigos de Dios y de su Iglesia. Actuad con decisión –que exige olvido de sí mismo–, para no caer en la cómoda pasividad de quienes abusan temerariamente de la Providencia divina y esperan unos auxilios extraordinarios, que el Señor no tiene por qué dar, si no ponemos los medios humanos que están a nuestro alcance.

Notas
11

1 Co 7,7.

Referencias a la Sagrada Escritura