Lista de puntos

Hay 2 puntos en «Cartas II» cuya materia es Obra de San Rafael → medios tradicionales .

Para lograr toda esta tarea formativa de la obra de San Rafael, contamos con una gran variedad de medios y de actividades apostólicas. Entre esos medios, algunos, que son ya tradicionales, se han usado con probada eficacia en bien de las almas desde los comienzos de nuestra Obra: los Cursos de Formación, la catequesis y las visitas a los pobres de la Virgen, las meditaciones, los retiros espirituales y –en general– los actos litúrgicos de piedad que se hacen en nuestras Residencias.

Estos medios son perennes y han de usarse siempre y en todo lugar, al realizar la labor de San Rafael: porque caracterizan este apostolado y dan vida a todas las demás actividades, que se desarrollan alrededor de esta labor de San Rafael.

Debéis tener, hijas e hijos queridísimos, una gran seguridad en la eficacia sobrenatural de vuestro trabajo apostólico: si empleáis fielmente los medios tradicionales, todo marchará bien. Puede haber en algún momento dificultades de un tipo o de otro, pero siempre se superan; son cosas de ordinaria administración, que venceréis con vuestro sacrificio, con vuestra oración y con vuestra alegría.

Los Cursos de Formación

Los Cursos de Formación son el elemento esencial de la obra de San Rafael. Con ellos alimentamos continuamente la vida de piedad de los chicos y les ayudamos a completar y a hacer más honda su formación doctrinal, dándoles –con don de lenguas– los tesoros de la Verdad cristiana: se empieza por explicar de manera adecuada a los oyentes –y sin decirles que es eso, porque algunos se sentirían humillados– el catecismo y la apologética, ya que muchos, aunque tengan buena voluntad y sean hijos de familias cristianas, en la familia y en los colegios no han recibido formación de doctrina, sino solamente un barniz endeble de pietismo.

Copio, a este propósito, unas palabras de Santo Tomás muy oportunas. Las gracias gratuitamente dadas son para la utilidad de los demás, como ya se ha dicho. Pero el conocimiento que alguien recibe de Dios no puede extenderse para la utilidad de otro, sino mediante la palabra. Y como el Espíritu Santo no falta en nada de lo que conviene a la utilidad de la Iglesia, también asiste a los miembros de la Iglesia en el uso de la palabra: no solo para que uno hable de tal modo que le entienda gente diversa, que es lo que corresponde al don de lenguas; sino también para que hable con eficacia, que es lo propio de la gracia o don de la palabra.

​​ Y esto tiene tres aspectos. Primero, para instruir el entendimiento: que es lo que ocurre cuando se habla de modo que se enseña. Segundo, para mover el afecto, esto es, para que se oiga con agrado la palabra de Dios: que es lo que sucede cuando se habla deleitando a los oyentes, lo que no debe nadie buscar en favor de sí mismo, sino para estimular a la gente a oír esa palabra de Dios. Tercero, para que se ame aquello que con palabras se significa, y quiera cumplirse: que es lo que se obtiene al emocionar al oyente.

Y para lograr todo esto, el Espíritu Santo usa la lengua del hombre como un instrumento: pero es Él mismo el que realiza perfectamente la obra, en lo interior del alma del que escucha22.

Notas
22

Santo Tomás de Aquino, Summa Theologiae, II-II, q. 177, a. 1 c.