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Hay 9 puntos en «Forja» cuya materia es Medios → medios sobrenaturales .

Al emprender cada jornada para trabajar junto a Cristo, y atender a tantas almas que le buscan, convéncete de que no hay más que un camino: acudir al Señor.

—¡Solamente en la oración, y con la oración, aprendemos a servir a los demás!

Dios Nuestro Señor, si perseveras en la oración con "perseverancia personal", te dará los medios que necesitas, para ser más eficaz y para extender su reinado en el mundo.

—Pero es necesario que permanezcas fiel: pide, pide, pide… ¿Piensas que te comportas así?

La mortificación es premisa necesaria para todo apostolado, y para la perfecta ejecución de cada apostolado.

La santidad se alcanza con el auxilio del Espíritu Santo —que viene a inhabitar en nuestras almas—, mediante la gracia que se nos concede en los sacramentos, y con una lucha ascética constante.

Hijo mío, no nos hagamos ilusiones: tú y yo —no me cansaré de repetirlo— tendremos que pelear siempre, siempre, hasta el final de nuestra vida. Así amaremos la paz, y daremos la paz, y recibiremos el premio eterno.

Para acercarte a Dios, para volar hasta Dios, necesitas las alas recias y generosas de la Oración y de la Expiación.

Dios quiere que sus obras, confiadas a los hombres, salgan adelante a base de oración y de mortificación.

En la guerra, de poco serviría el valor de los soldados que se enfrentan con el enemigo, si no hubiera otras gentes que sin tomar, al parecer, parte en la pelea, proporcionan municiones y alimentos y medicinas a los guerreros…

—Sin la oración y sin el sacrificio de tantas almas, no habrá verdadero apostolado de acción.

Así como la inmensa maquinaria de docenas de fábricas se para, se queda sin fuerza, cuando la corriente eléctrica se interrumpe, también el apostolado deja de ser fecundo sin la oración y la mortificación, que mueven el Corazón Sacratísimo de Cristo.

Me preguntas qué podrías hacer por ese amigo tuyo, para que no se encuentre solo.

—Te diré lo de siempre, porque tenemos a nuestra disposición un arma maravillosa, que lo resuelve todo: rezar. Primero, rezar. Y, luego, hacer por él lo que querrías que hicieran por ti, en circunstancias semejantes.

Sin humillarle, hay que ayudarle de tal manera que le sea fácil lo que le resulta dificultoso.

Referencias a la Sagrada Escritura