Lista de puntos
Dios está contigo. En tu alma en gracia habita la Trinidad Beatísima.
—Por eso, tú, a pesar de tus miserias, puedes y debes estar en continua conversación con el Señor.
Ure igne Sancti Spiritus! —¡quémame con el fuego de tu Espíritu!, clamas. Y añades: ¡es necesario que cuanto antes empiece de nuevo mi pobre alma el vuelo…, y que no deje de volar hasta descansar en El!
—Me parecen muy bien tus deseos. Mucho voy a encomendarte al Paráclito; de continuo le invocaré, para que se asiente en el centro de tu ser y presida y dé tono sobrenatural a todas tus acciones, palabras, pensamientos y afanes.
Me he propuesto frecuentar más al Paráclito, y pedirle sus luces, me has dicho.
—Bien: pero recuerda, hijo, que el Espíritu Santo es fruto de la Cruz.
Dios está metido en el centro de tu alma, de la mía, y en la de todos los hombres en gracia. Y está para algo: para que tengamos más sal, y para que adquiramos mucha luz, y para que sepamos repartir esos dones de Dios, cada uno desde su puesto.
¿Y cómo podremos repartir esos dones de Dios? Con humildad, con piedad, bien unidos a nuestra Madre la Iglesia.
—¿Te acuerdas de la vid y de los sarmientos? ¡Qué fecundidad la del sarmiento unido a la vid! ¡Qué racimos generosos! ¡Y qué esterilidad la del sarmiento separado, que se seca y pierde la vida!
Documento imprimido desde https://escriva.org/es/book-subject/forja/2437/ (09/05/2024)